En su caso hubieron de unirse dos fatalidades, la pandemia general por un lado y la suspensión de la Gira de la Reconstrucción por otro, precisamente cuando en ella estaba anunciado.
Y Diego Urdiales no es un diestro cualquiera. Para muchos aficionados es la mejor versión de la pureza en el toreo. La mejor expresión de la verdad y el clasicismo. De ahí que ya se estén frotando las manos para verle en la recuperación de los carteles suspendidos de la Gira.
Serán las tierras gaditanas, la plaza de Ubrique en concreto, quienes tengan la ocasión de verle hacer el paseíllo. Las cámaras de televisión harán el resto para saborear su manera de interpretar el toreo desde cualquier televisor.
Toreros hay muchos, ya lo saben, pero muy poquitos son aquellos a quienes los aficionados colocan la etiqueta de ‘deseados’. Son esos a los que siempre estás dispuesto a que anuncien para movilizar tu afición, la que emana de dentro, sin necesidad de que te la mueva la rueda de una feria.
Eso mismo, surgió hace unos días, cuando en los publicados toreros del siglo, elegidos en una encuesta, emergió el nombre de Diego Urdiales entre los cincuenta primeros, tal como decía en mi anterior artículo.
No es baladí su presencia. Imaginad cuantos y quienes han sido toreros en los últimos cien años, cuantos nombres de leyenda, cuantas llamadas figuras del toreo, como para que un torero de Arnedo se cuele entre ellos, sin necesidad de haber liderado jamás escalafón alguno.
Por supuesto, podemos decir, que los encuestados eran grandes aficionados y no gente de paso, pero aún así es muy de destacar su presencia. Ni una gran empresa tras de él nunca, ni una gran campaña de marketing, solo su toreo cada temporada y, muchas veces, con menos de veinte festejos celebrados en el año, para encumbrar a un torero que recibe tal reconocimiento por el solo hecho de que cuando torea es imposible no rendirse a su forma de interpretar el toreo.
Esa verdad, esa pureza, le ha colocado en un lugar preferente entre los mejores. Ningún otro, con tan poco ruido a su alrededor, ha logrado ser tan respetado y admirado. Puede afirmarse que si el vino de su tierra, La Rioja, tiene bien ganado el respeto, el torero de esa tierra tiene, además del respeto la admiración.
Queda muy poco para volverle a ver vestido de luces y eso es todo un acontecimiento. Esa expectación, esa inquietud, como en las películas de suspense, la Gira lo ha guardado para el final.
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