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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 26 de diciembre de 2023

Curro Díaz o el torero paradigmático / por Francisca García

 
"..Quisiera dar con las palabras exactas para describir cómo les anda a los toros y no encuentro el término que se acomode a su manera de estar y andar por el ruedo. Es inefable. El arquetipo del torero soñado. Su personalidad intuyo que va pareja con su actitud en la plaza. Nunca un mal gesto y siempre una conducta que desprende nobleza, honestidad y señorío.."


Apuntes al natural: 
Curro Díaz o el torero paradigmático

Desde muy temprana edad la tauromaquia ejerció sobre mí una irresistible atracción. El toro bravo, criatura diabólica, animal de respeto a la par que totémico, no sé explicar qué seducción tenía para mí. Como poderosos titanes veía a quienes osaban desafiar y vencer a aquella fiera erguida y dominadora. Admiraba al toro y admiraba a los toreros. Hacía recortes en los periódicos y revistas de la época de los lances que ejecutaban; leía cuanto podía de la historia de nuestra fiesta y de los viejos maestros que la habían trenzado. La afición me llevó con el tiempo a ser asidua de las corridas de toros e incluso comentarista taurina en diferentes medios, actividad que me ocupó más de dos décadas.

Pero nada es inmutable y mi desmedida afición se fue deteriorando. Me empezaban a aburrir los tópicos, las expresiones manidas, el deterioro, la corrupción. Todo lo malo que fui descubriendo hizo mella en mí. Una aciaga tarde, saliendo de ver una corrida en la que se habían cortado todas las orejas del mundo y yo me había aburrido sobremanera, decidí cortar. Dejó de interesarme lo taurino y no volví a pisar una plaza. Y así transcurrieron treinta años.


Ya ni echaba de menos aquella afición que tanto había cultivado, pero… ¡sorpresas te da la vida! Una tarde de la pasada primavera, tratando de encontrar un programa distraído en televisión, me topé con una cadena que retransmitía una corrida de toros. Sin gran interés me dispuse a ver lo que se ofrecía: un toro en el ruedo y el matador de turno que salía a su encuentro. Era un torero distinguido, esbelto, de rostro agitanado con un mechón rebelde sobre la frente. Me llamó la atención desde el principio su talante, su manera de ir al toro y, a medida que la lidia avanzaba, su apostura, su pureza y hondura en todo cuanto ejecutaba. Me pregunté: ¿quién es este torero? Había estado tantos años desligada de este mundo… Presté atención a los comentaristas pero no acababan de pronunciar su nombre. Persistió mi interés y al fin dijeron: 

Curro Díaz. Por fin su nombre. Ahora tenía que averiguar quién era Curro Díaz porque yo no había visto una faena tan completa como la que acababa de presenciar. Faena con un acento personal, paradigma de lo que yo soñaba en un torero.

Claro, las hemerotecas me descubrieron el historial de Curro Díaz; me había perdido 25 años de alternativa de un torero, yo creo que irrepetible, que había triunfado en Madrid, que sufrió una cornada decisiva en un momento crucial pero que, renacido, toreaba como yo no pensaba que alguien pudiera torear para devolverme la afición perdida.

Comencé a buscar carteles en los que apareciera su nombre y pude aplaudirle desde el tendido en varios cosos. No deje pasar acontecimiento televisivo que contara con él. Nunca me defraudó sino todo lo contrario. Estudié su porte en la plaza, su actitud y disposición desde el instante de pisar la arena, su costumbre de borrar con el pie la raya de picadores y otras rutinas propias al cambiar la seda por el percal. También su forma de estudiar al toro desde el burladero, leyendo su mirada como quien pregunta: ¿vas a someterte a mi mando?

No hace mucho, en amena charla con un veterano recortador, surgió el tema de la mirada de los toros y si esta decía algo a quienes les citaban para doblarles la embestida. Él afirmaba que era muy importante lo que expresaba su mirada y, a mi pregunta ¿Cuáles son los toros cuyos ojos denotan mayor peligro?  Me dijo: los Albaserrada tienen una mirada asesina. Pues bien: tengo muy claro que la mirada de los astados habla al de Linares.


De cuanto he visto este año en la plaza, nadie como Curro Díaz me ha impactado tanto. Y diré por qué. Curro tiene la desmedida afición de un novillero. Es ahora, en la plenitud de sus facultades, cuando ha llegado a culminar su concepto del toreo. En el mando y en el arte. Estos conceptos son muy difíciles de sustentar si no se posee ese bagaje de sabiduría que da la experiencia. Dominio e inteligencia puestos al servicio de un indestructible amor a su profesión. Transmite tal conocimiento del toro que no le importan las castas, porque puede con todas como ya ha demostrado. Saca faena de los desvalidos, de los broncos, de los más temibles y también de esos pastueños que tanto gozan del favor de algunos privilegiados. Para todos tiene receta. 
Torero artista en todos los terrenos. Maneja bien el capote con son y hondura. Le gustan los galleos para llevar el toro al caballo. Su muleta, más bien chica, es dominadora. Y todo sin alardes, sin aspavientos, con una naturalidad asombrosa que hace que lo difícil parezca fácil y que lo fácil sea una Rapsodia de pases ensamblados que conforman una unidad, una faena de ligazón desde el principio al final. Muy diferentes a quienes pergeñan una serie de pases inconexos y sin relación que constituya un conjunto. Y es esa una cualidad que pocas veces se ve en otros bien ponderados diestros. Curro Díaz nunca tiene el mal gusto de postrarse de hinojos y, en actitud genuflexa, recorrer ridículamente de rodillas la arena siguiendo al astado en faena suplicatoria. Ni esas ni otras chabacanerías al uso. En él todo es elegancia.

Si nos referimos a cómo sale de la cara del toro, ese es otro capítulo. Sus remates sorprenden por su naturalidad e incluso por su aparente sencillez. Nada de desplantes buscando el aplauso fácil. Lo suyo es otra cosa. Torea para sí y prácticamente no sonríe hasta la culminación. A la hora de matar su actitud es de libro. Se perfila ejecutando la suerte como mandan los cánones de la tauromaquia y es muy diestro con el acero.

Quisiera dar con las palabras exactas para describir cómo les anda a los toros y no encuentro el término que se acomode a su manera de estar y andar por el ruedo. Es inefable. El arquetipo del torero soñado. Su personalidad intuyo que va pareja con su actitud en la plaza. Nunca un mal gesto y siempre una conducta que desprende nobleza, honestidad y señorío. Así veo a Curro Díaz. Un torero incapaz de remolonear y gastar tiempo para asegurarse los trofeos cuando el público pide el indulto. A Curro le basta una única mirada a la presidencia para matarlo si así ésta se lo indica. Y finalmente, si es sacado a hombros, porta el capote de paseo en el brazo izquierdo, apoyado en la cadera y la montera en la diestra, en una estampa de lo más torera.

Analizando el balance de corridas toreadas y trofeos cortados esta temporada, entre los 20 primeros toreros del escalafón Curro Díaz ocupa el primer lugar con 18 corridas y 43 trofeos. Naturalmente no contamos con El Fandi porque ese juega en otra liga y tiene su público, que me parece muy bien.

Puede pensarse que este artículo es un panegírico a Curro Díaz. En efecto, lo es. Pero no porque lo conozca o tenga un interés particular. Nunca he hablado con él ni he tenido la oportunidad de estrecharle la mano, pero le admiro enormemente. Además… ¿qué es eso de decir, como he escuchado a algún crítico “yo no soy partidario de ningún torero”? Oiga, usted puede y debe ser imparcial en el criterio pero usted tiene que tener  sus gustos, sus inclinaciones, y su corazoncito, sino ¿Qué clase de crítico es usted?

Creo que Curro Díaz ha sido, pese a no estar en las ferias importantes, el mejor torero, el más regular y el más aplaudido del año. Solo hay que recordar su trayectoria en los dos últimos meses de la temporada: Béjar, Cortegana, Linares, Daimiel, Úbeda, Jaén…Un escándalo de arte, trofeos y puertas grandes. Comprobado está que el público le quiere y está deseando verlo en los grandes cosos.


Es Curro Díaz, además, hombre de fina sensibilidad, solicitado en actos culturales como los de Granada a la memoria de García Lorca o en Utiel en la exposición Sorolla y los Toros. Demostración de que Curro es un gran amante de las letras y las artes cualquiera que sea su expresión, particularidad que engrandece su cartel de artista.

El año 2024 tiene que ser su año. Está en el mejor momento de su carrera, y si a alguno de los tres o cuatro mandamases de la Fiesta le queda una gota de afición por encima de sus cálculos empresariales, el torero de Linares tiene que tocar el cielo esta próxima temporada. El planeta de los toros no puede defraudarnos una vez más y tú, Curro, no lo harás. Estoy segura. Si los toros te respetan y a ciertos aficionados no nos falta salud, hemos de sentir contigo en 2024 la plenitud del toreo, Curro Díaz, que estas en la gloria de la torería.

Francisca García
Toros de Lidia/20 diciembre, 2023
  (Ilustraciones originales de Héctor de Castro)

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