Los Rufianes con barretina charnega y los etarras con pendiente de bisutería de Chueca arriman espuelas para galopar la última trocha hacia la independencia, sabiendo que tienen al valido de la Moncloa rodeado por las colas del hambre, cercado en los desfiladeros del paro, atascado en las listas de espera de los tanatorios de la pandemia, anegado por la invasión migratoria que arroja bocas que solo saben comer y manos que solo saben pedir a las playas de España, mientras la Armada duerme en los puertos y la flota berberisca señorea los mares de Lepanto y Trafalgar enarbolando sus banderas esclavistas bajo pabellones de ñoño humanismo para que los españoles lloren en los telediarios lágrimas de Leyenda Negra y entonen un mea culpa colectivo tan patético, tan hipócrita y tan efectivo como el llanto de Irene Montero.
“O los madrileños pagan más impuestos y el Ejército vuelve grupas en Vascongadas, o no hay trato”.
Ese es el ultimátum, el desafío lanzado al valido del Rey Pasmao desde las cumbres del agravio fiscal del Cupo y los Fueros Vasco-Navarros y desde la asimetría autonómica del feudalismo catalán, donde solo gobierna el imperativo categórico testicular del separatismo.
¡Sea, concedido! El valido de la Moncloa, arrodillado y con el culo en pompa, como un sarraceno en oración, ya ha puesto a trabajar a sus escribas y a sus juglares para hacer digerible la trágala del saqueo de los mamelucos catalanes al bolsillo de los madrileños y de la nueva Marcha Verde contra el Ejército español en Vascongadas. “Madrid atenta contra la unidad de España”, es la consigna que ya pregonan los heraldos del PSOE. Mañana será un dogma en los democráticos Telediarios.
“Pa mear y no echar gota”, dicen los castizos en el Foro mientras los soldados de España hacen el petate para retirarse de Vascongadas, con Otegui tocándoles la corneta y los cojones. Finis Hispaniae, sin un pelotón de alabarderos para rendir honores y sin un capellán para echar un responso. Al Padre Huidobro nos lo mataron, y el Padre Cantera también está haciendo el petate. La España peregrina y misionera se muere sola, como un anciano colmado de Coronavirus en una de las chekas residenciales que regenta Pablo Iglesias.
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