Se ha acabado enero y el puñetero virus se ha apropiado de nosotros, gira todo a su alrededor, y quedan, y de qué manera, los temas taurinos a un lado. Por mucho que te empeñes, la información taurina es difusa, confusa, basada en supuestos o, sencillamente, no existe.
Así de ese modo, ves como las ferias que antes eran una cosa cierta, con fechas perfectamente marcadas en el calendario, ahora se transforman en proyectos, o solamente en deseos, aunque haya que celebrarlas en las próximas navidades.
Las vacunas, que no los vacunos, también van a su bola, sin que su calendario sea algo que los ciudadanos podamos ver como algo cierto. De ese modo, poco queda que pueda consolarte, alimentar tu afición, salvo que, afortunadamente, tengamos muchos amigos que profesen la misma devoción que nosotros por la fiesta brava.
Son nuestra tabla de salvación. A quien asirse para que la Tauromaquia siga vigente en nuestras vidas. El teléfono nos permite esa opción de poder hablar de toros… y de toreros. Menos mal, pues hasta la movilidad está restringida.
Es por ello, que echo tanto de menos las reuniones en mi casa segoviana, tanto como el poder ver los toros en directo. Todo está limitado, cuando no prohibido.
Por eso agradezco tanto la visita que recibí el pasado sábado en mi casa. Un amigo, un taurino, para poder compartir nuestras penas, pero también nuestros recuerdos por esas plazas de toros.
Me refiero a Jean-Charles Olvera, el corresponsal de Opinionytoros en Francia, quien vive ahora destinado en Madrid por sus obligaciones profesionales.
Un buen momento para disfrutar de una comida, de una amena charla sobre todo lo que acontece en el mundo taurino y aparcar, durante un tiempo, la mascarilla y el virus. Eso sí, guardando las distancias de seguridad.
Por si fuera poco lo que nos une, la amistad y la tauromaquia, nos unió algo más, el poder ver a nuestro Real Madrid por la tele, si bien, coincidimos, nos hubiera gustado verle ganar y no perder por culpa del ‘viento de Levante’.
Muy agradable compartir esas horas con alguien tan cercano en todo, y que se hizo posible gracias a gozar de libertad de movimientos por su trabajo. No incumplimos ninguna norma. Algo que pensamos repetir.
Los amigos taurinos, que gracias a Dios son muchos, nos mantienen vivos. En ellos, en su lucha por la misma causa de la Fiesta, ponemos todas nuestras esperanzas.
Un gran abrazo a todos los demás que se consideren amigos míos.
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