Seguro que algún amigo me dirá que Eduardo García Serrano es innecesariamente "agresivo" en sus artículos. A mí, por el contrario, me parece que es una ventana de aire fresco en esta España buenista y aletargada, incapaz de reaccionar incluso estando al borde de su propia extinción.
Una excepción de deontología profesional que contrasta notablemente entre la indigna clase periodística hoy apesebrada y al servicio de intereses inconfesables.
Por tanto, convendría recordar que Eduardo no es un político, sino un gran periodista de raza (y como tal hay que juzgarle sin los prejuicios de este perverso régimen que nos trata de imponer lo políticamente correcto). Su prosa preciosa, de calidad y muy personal, que utiliza de forma valiente como única arma en su incansable defensa de la Patria y, por qué no decirlo, de la olvidada justicia social. Bendito hijo de su inolvidable padre.
De nuevo en este artículo, en mi modesta opinión, clava la tristísima realidad nacional. ¡¡Dios salve a España!!
Luis Ibáñez Madrid
España, pocilga de ladrones bendecidos por las urnas
Eduardo García Serrano
Somos lo poco que queda de lo que fuimos, apenas nada. El Magisterio de la Política devenido garito de golfos con poco oficio, demagogos de torpe discurso que buscan en un debate de rufianes el salvoconducto de su beneficio. Carentes de talento y de inteligencia dialéctica se solazan en el debate de las hienas y, como ellas, se rebozan en los excrementos de sus adversarios para ocultar la hediondez de su propia corrupción y gritar hasta la afonía “¡al ladrón, al ladrón!”, para cazar votos como furtivos, botín como corsarios y Poder como mercenarios que mudan de partido y de bandera de conveniencia cuando los oráculos demoscópicos avisan naufragio. Ayer en C,s, hoy en el PP, antaño en el comunismo, hogaño en el socialismo, hace un lustro con Rajoy, hoy con Santiago Abascal y mañana... sólo los augurios electorales lo saben. El camino más duro es el que va de la cabeza al corazón, el más rentable el que va de la razón a la cartera.
Esa es la senda que, como las hienas del Serengueti, recorren rebozados en mierda los políticos españoles con el aplauso entusiasta de sus rediles de votantes, simpatizantes y militantes.
Por eso España es una pocilga, un albañal de corrupción, un muladar de ladrones bendecidos por las urnas y redimidos en la cumbre del vertedero parlamentario por el pacto tácito acuñado en el libreto de la vieja farsa democrática, en virtud del cual los golfos de los ERE de Andalucía amenazan a los piratas de Gürtel, buscando sólo rentabilidad política pero no Justicia. Se arrojan los delitos a la cara sin ánimo de esclarecerlos en los juzgados ni de purgarlos en los patios de los presidios, mientras esperan el maná de los 140.000 millones de euros de la UE para revitalizar el expolio administrando una fortuna que Bruselas teme entregar a España, una Nación fracasada y decadente por obra y gracia de una estructura territorial esclerótica y disolvente, y de una clase política codiciosa y rapaz que le roba a su pueblo el sudor, la sangre y hasta las lágrimas en los tanatorios a la hora de pasar lista a los muertos de la Pandemia. Como un acemilero cruel sobrecarga a sus mulas enfermas, escuálidas y reventadas de fatiga, así atracan los gobiernos del madarinato autonómico y de la decadente España los bolsillos ingrávidos y vacíos del pueblo español, con una fiscalidad lacerante en las colas del hambre y en el ostracismo del paro.
Bruselas sabe que a un Gobierno como el español, que le ha hurtado a su pueblo la Patria, el Pan y la Justicia no se le puede poner en las manos 140.000 millones de euros para que siga llenando las arterias de España de corrupción, el Estado de ladrones, la Administración de tovarich, el Parlamento de becarios analfabetos y las Autonomías de sofistas aldeanos. Bruselas lo sabe, la Prensa internacional lo denuncia, desde el New York Times al Neue Zürcher Zeitung, y los Medios de Comunicación españoles lo silencian porque son las mascotas periodísticas de Pedro Sánchez y algo les tocará en el reparto del botín cuando el maná de la UE llegue a España. A ser posible sin pretorianos contables de Bruselas.
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