Cuando otros colectivos se muestran claramente reclamando derechos o exigiendo que se tomen medidas, aquí hay un silencio que hace más sordos a quienes deberían de oírlo. Incluso hay hasta salvajes reclamando actos fuera de la ley, con formas y maneras mucho más fuera de las leyes que incluso lo que reclaman.
Pasos, lo que se dice pasos, se dan muy poquitos, de puntillas y sin hacer ningún ruido. De hecho, tan poco ruido que ningún eco les llega a los pacientes aficionados.
Cuando otros colectivos se muestran claramente reclamando derechos o exigiendo que se tomen medidas, aquí hay un silencio que hace más sordos a quienes deberían de oírlo.
Incluso hay hasta salvajes reclamando actos fuera de la ley, con formas y maneras mucho más fuera de las leyes que incluso lo que reclaman. Me viene a la memoria ahora aquella algarabía que montaron una decena de banderilleros en Toledo, sin tirar ni un solo adoquín, sin quemar nada y sin asaltar comercios, siendo por ello censurados duramente. Eso sí, estos de ahora se van de rositas.
Claro que mientras unos son legítimos hijos adoptivos de una buena parte del gobierno, los otros, de toreros hablamos, son los apestados para ese mismo gobierno. Por sus actos los conoceréis, se dice. A unos y a otros, pero fundamentalmente a quien se les ve mejor, el plumero, es a los que se sientan en el gobierno.
Al único que había que tener miedo es al toro, de ahí que haya circulado por las redes una imagen reclamando que sea él, el toro, el mejor antidisturbios para resolver esos gravísimos problemas que generan los anti todo lo que sea la ley y el orden.
Mientras tanto los taurinos cogiéndosela con un papel de fumar, entre la incertidumbre y el miedo, por aquello de que los euros son los euros y no molestar a quienes nos desgobiernan. Sabedores son de que a ellos si les desmontarían el chiringuito si pensaran abrirlo sin sus correspondientes y burocráticos permisos.
No es imaginable en los taurinos una rebelión como la que protagonizan los salvajes, incluso se les tacha de maltratadores y asesinos sin romper ni una papelera ni quemar un contenedor, sin molestar a los ciudadanos de bien, y es que la educación y los buenos modales nunca han sido bien vistos por determinados gobiernos.
Dicho todo esto, algo habrá que hacer para que la temporada de comienzo. El Domingo de Ramos en Madrid y el Domingo de Resurrección en Sevilla. Dos fechas claves para decir que aquí se está dispuesto a hacerse respetar. Otros eventos se celebran con medidas de seguridad que, por supuesto, también son aplicables en los recintos taurinos.
No caigamos en la desesperación, los toros, más que nunca, deben tener presencia en España.
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