Victor José López EL VITO
A LOS TOROS / Caracas, 10 Agosto 2022
Hace poco, impulsados por un remolino mezcla de leyenda con la historia, Tomás Eloy Martínez reviviendo lo que el cadáver insepulto de Evita Perón sembró en una Argentina, trémula de emoción entre el odio y el amor apasionado, para que se convirtiera en disparate la que debió haber sido la gran nación líder de la América ibérica.
Días atrás, dada su excelencia, publicamos un artículo de Karl Krispín sobre la novela Santa Evita, y que produce Salma Hayak.
Karl Krispin, borgiano declarado y taurino instruido, se apoya en Fernando Savater, defensor infatigable la fiesta taurina, y recurre a él para apoyarse y confirmar la grandeza del escritor para escritores permiténdole a sus lectores el derecho de "reservar su interpretación".
Con profundo respeto, a todos, sin ambiciones literarias; pero con el derecho de la interpretación de una vida, brindo a la amistad con Karl Krispin este artículo homenaje a un personaje muy importante en mi vida, mi amigo Raúl Acha Rovira, cuya cercanía en la vida para mi fue un lujo. Lo que agradecí en su momento a Dick Acha y Emmanuel Acha, dos de los hijos de Rovira. Raúl enfrentó al General Perón, a los señoritos toreros de Lima, fue figura del toreo tuteándose con Manolete y Dominguín, todo porque su vida fue ser torero
Aunque el homenaje pudo haber sido en Madrid, porque fueron Las Ventas el escenario de sus triunfos trascendentes, Emmanuel escogió Lima por múltiples motivos sentimentales. “El Bola” puso en marcha su organización ordenándole a El Tano convocar a los amigos de su padre, el maestro Raúl Acha Rovira para reunirnos en Lima.
Aquello ocurrió en diciembre de 1995.
Emmanuel Acha “El Bola” artista de éxito universal no fue matador de toros porque sus frágiles rodillas se lo impidieron. Las lesiones le caminar con altivez, que la tuvo, por los senderos del toreo.
“El Bola” fue quien organizó este homenaje para su padre, al que asistimos un grupo de amigos integrados por Juanito Bienvenida, Manolo Lozano, Alfonso Ramírez “Calesero” , el periodista mexicano Guillermo "Memo" Salas, el consagrado compositor Manuel Alejandro, Gabriel Alonso, compañero de Raúl en su aventura venezolana, su sobrinos El Tano y El Churri, el empresario taurino y educador limeño Marcial Ayaipoma y los hermanos Antonio y Alfonso Galán, entre muchos amigos del maestro.
Emmanuel es distinguido entre la gente de los toros como “El Bola”, sobrenombre que nació cuando Raúl le llevó de visita al Hotel Reforma en México para saludar al sevillano Manolo González, que aquel día debutó en la Plaza México. El debut de “La giralda vestido de luces”, como el distinguían los panegíricos, fue exitoso y le repitieron a la semana siguiente. Rovira repitió la visita, y volvió a llevar al niño.
Al verlo, Manolo González exclamó: “¡Pero si es una bola de oro! Y desde ese día los taurinos, refiriéndose al hijo de Rovira, le llaman “El Bola”.
La afición de Emmanuel, y su admiración y apoyo por los toreros de “su quinta” quedaron demostradas, por lo menos para mi, cuando desde Las Vegas Nevada, donde actuaba en lujosos escenarios como atracción estelar, nos llamaba de madrugada para saber que había hecho su entrañable amigo David Silveti, en la Plaza México o donde hubiera actuado. Igual con Miguel Espinosa Armillita, con con quien coincidimos en Puebla luego de una actuación de Miguel en Huamantla. Fue una tertulia con El Tano y la cuadrilla de Miguel en el Club de Comercio de la ciudad.
Decíamos que el homenaje pudo haber sido en Madrid, porque en Madrid Rovira llegó a torear 18 tardes y corto 12 orejas y cuatro de estas tardes abrió la Puerta Grande. Estos números le dan todo el derecho a sentir la plaza como propia. El hecho de ser uno de los mitos de la gran plaza hubiera bastado para que el homenaje fuera en Las Ventas. Pero el significado de Lima en la vida Rovira, es mucho más grande porque tiene que ver con las raíces del hombre, las del torero y de su familia.
Raúl Acha “Rovira” llegó a Lima muy joven. Lo hizo cuando nacía el decenio del cuarenta, llevando sobre sus hombreras los polvos de los muchos caminos andados. Rovira nació en el año 20, en Buenos Aires. Hijo de Esmeraldo Acha, bailaor y guitarrista e Isabel Sáenz, ambos artistas del baile, que en Buenos Aires se dedicaron al negocio de exportación de carnes. Durante la estada de la pareja en la Capital Federal, nació Raúl; pero luego los Acha regresaron a España. Volvieron a Madrid, regresaron al castizo barrio de Carabanchel donde Rovira creció durante la Guerra Civil.
Con la enseñanza que da el conflicto político y la vida de barrio, Rovira se hizo hombre de mundo. En Madrid se prendió de Rovira la afición por los toros. Fue en Carabanchel donde comenzó a caminar los senderos del toreo y llegó a participar en becerradas y novilladas. Estaba encaminado hacia el éxito cuando en el fatídico año de 1936 estalló la Guerra Española.
Rebelde como ninguno, Rovira tomo como suya la causa republicana y participó activamente como correo clandestino del gobierno de Madrid. Fue detenido en medio de la contienda y al caer Barcelona fue enviado a un campo de concentración en Francia. Al finalizar la guerra dirigió el rumbo de su proyecto de vida hacia su natal Buenos Aires. Ciudad que en el sedimento de la memoria significaba paz, tranquilidad y representaba la vida con sus retos, sus fracasos y triunfos.
Trabajó en muchos oficios en Buenos Aires: conductor de colectivos (autobuses), camarero, contador, taxista, tramoyero … Su relación con el mundo del teatro le daría las bases para el futuro cuando se convirtió en el representante de Emmanuel en el mundo de la farándula. Sus armas, además de su formación mundana, fueron la locuacidad y simpatía. En Buenos Aires fomentó muchos amigos políticos y militares. Rovira nunca dejó de sentirse español y torero. Como en la Argentina no satisfacía su afición se marchó al Perú donde comenzó su carrera como novillero.
En Lima, cuando quería ser novillero, conoció a los matadores de toros Alfonso Ramírez "Calesero" y Fermín Rivera contratados por la empresa para torear en Acho.
Un día "Calesero" distinguió entre los bártulos de Raúl una hermosa montera de morilla y le propuso cambiarla por otra de menor calidad. "Calesero" lo hizo bajo la promesa de ponerlo a torear en San Luís Potosí, la tierra de Fermín Rivera y en Aguascalientes, la cuna y hogar de "El Calesero". Nunca se cumplió la promesa, pero con el correr los años fueron fraternales amigos de Rovira.
El carácter indomable de Raúl Acha «Rovira» le ganó la animadversión del grupo que en Lima se conoce como «señoritos toreros», entre ellos, el influyente aficionado práctico Fernando Graña. Líder de la sociedad taurina limeña. Graña no soportó la indiferencia y el que Rovira no le tomara en cuenta, como ocurría con novilleros, ganaderos y aspirantes a la gloria. Fernando Graña pontificada en sus círculos taurinos que «ese argentino nunca llegará a ser torero».
Rovira se destacó entre los novilleros peruanos de mayor valía, como eran El Nene y El Sargento, los hermanos Isidro y José Morales y Filiberto Flores en la temporada que organizó José de Pomar. El diario El Comercio fue bandera de este esfuerzo que llegó a cundir de tal manera que, en 1944, la afición peruana consideraba que Acho le quedaba chica Lima y la campaña de Don Fausto Gastañeta, crítico taurino que firmó sus reseñas y artículos con el seudónimo de «Que se vaya», fue uno de los más asiduos reclamantes de la construcción de una plaza Monumental.
Luego de hacer campaña de novillero en Perú donde se había nacionalizado ciudadano peruano viajó a Venezuela.
En Caracas Rovira se hizo de grandes amigos: El Catire Alfonso Álvarez y el periodista Oswaldo Pérez Esteves. Compartió con los toreros nacionales, como Rafael Sulbarán, Pepe Vilma, Santiago Rojas “Serruti”, Antonio Parejo que hizo carrera en el Perú El Chico del Matadero era la figura de los caraqueños El Negro Julio Mendoza, Cástulo Martín, Pacorro, Cipriano Álvarez y otros que igual actuaban como espadas o servían de banderilleros.
El 14 de mayo de 1944 Rovira debutó en el Nuevo Circo contratado por el español Emilio Cebrián para lidiar una corrida de toros criollos de Urama. Pepe Vilma y Rafael Sulbarán le acompañaron la tarde de su presentación.
Tenía cartel Rovira en Caracas, donde vivía en la Pensión Sport de Santa Rosalía, frente a la Plaza Henry Clay, y llevaba una muy activa vida social entre sus amigos taurinos. La empresa Martínez y Gutiérrez –Margut-, le contrató para el domingo 23 de julio en el Nuevo Circo, con una corrida de La Candelaria. Toros negros los seis. Toros de bonita lámina, que animaron con su presencia a la afición durante la semana en que estuvieron expuestos en los corrales del Nuevo Circo. La plaza se llenó gracias al buen cartel que anunciaba a Santiago Rojas “Serruti”, Raúl Acha Rovira y Juan Flores “Chico del Ruedo”. Fue una corrida de toros brava y muy noble, sobresaliendo en segundo de Rovira de nombre “Yrisma”. Toro de gran nobleza al que Rovira aprovechó para consagrarse. Tan bravo fue que por petición del publico y decisión de la Autoridad le indultaron.
Rovira repitió hasta seis veces en la Temporada de Margu, y fue contratado para Maracay donde se presentó mano a mano con Sulbarán. El 8 de octubre el boxeador Armando Best, famoso por sus desafíos internacionales en la división de los pesos welter, se hizo empresa en Caracas y contrató al mexicano Paco Gorráez, al que llamaban El cachorro de Querétaro, y a Julio Mendoza, matador de toros caraqueño con alternativa en Salamanca y confirmación en Madrid, para que le dieran la alternativa a Raúl Acha Rovira.
La fecha del evento fue la del 8 de noviembre de 1944. La corrida de toros fue una escandalosa mansada que provocó la ira del público. Los encolerizados asistentes destruyeron los palcos y sus sillas, el alumbrado de la plaza, obligaron la intervención de las fuerzas policiales.
Rovira renunció a la alternativa a las pocas horas de la ceremonia. Había reunido un dinero importante tras una exitosa temporada en Caracas y viajó a México a buscar a El Calesero y a Fermín Rivera para que le cumplieran la promesa dada, a cambio de una montera de morilla en Lima. En México se hizo matador de toros, tras una campaña de novillero que incluyó éxitos en la capital. Tomó su alternativa en Mérida, Yucatán, de manos de Luís Gómez “El Estudiante” con toros mexicanos de Sinkehuel. Raúl se hizo empresa.
En México se encontraba el aficionado peruano Fernando Graña Elizalde, del que antes hicimos referencia. Reconocido aficionado práctico que toreó en Acho con figuras del toreo y que tuvo cercana amistad con Armillita, Ortega, Manolete y los hermanos Solórzano. Era una persona con mucha influencia social y política que imponía criterios en los círculos taurinos de Lima. Graña le prometió a Rovira que si tomaba la alternativa, ya que era ciudadano peruano, le contrataría para la feria del Señor de los Milagros de aquel año. Graña Elizalde era, además, propietario de la ganadería de Huando y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Sociedad que administraba la plaza de toros de Acho.
Fernando Graña no cumplió la oferta y no le contrató a Rovira y tampoco le dio razones por qué no lo hizo. Cuando Rovira fue a Lima visitó a Fernando Graña en su despacho y le reclamó no haber cumplido su palabra de hombre. Aquello ahondó las diferencias entre Raúl y los grupos taurinos de Lima que eran miembros de las clases dominantes. Mala cosa, pues e había peleado con el poder y con el dinero. Dos factores que siempre estuvieron contra de él. No así la base del toreo peruano, que veían a Rovira con respeto y admiración.
Luego de su alternativa mexicana, que por aquellos días no era reconocida en España, viajó a Barcelona en junio de 1946. Era Raúl Acha para la época un perfecto desconocido. Con habilidad Rovira contactó a don Pedro Balañá, y el empresario anunció a Rovira que tomaría la alternativa el domingo 24 de junio de 1946, en la Monumental. El cartel incluyó al mexicano Luís Briones, al navarro Julián Marín y al madrileño Manolo Escudero con toros del salmantino Antonio Sánchez. Manolo Escudero al principio se negó concederle el doctorado “porque ese argentino no tiene categoría para torear conmigo”.
Raúl se enfrentó al Torero de Embajadores, como distinguían al gran torero madrileño. Escudero, no daba su brazo a torcer sabiéndose la figura del cartel; pero, cuando supo que don Pedro Balañá estaba dispuesto a quitarlo del cartel y dejar a Rovira, con la pérdida de sus honorarios y afecto del empresario catalán, bajó la guardia y el domingo 24 de junio de 1946 estaba en el patio de caballos de la Monumental presto a entregarle los trastos toricidas al argentino que recibiría la alternativa de matador de toros.
El triunfo de Raúl Acha “Rovira” en la Monumental de Barcelona fue memorable: cortó cuatro orejas y salió a hombros por Las Ramblas de Barcelona. Igual había sido dos años antes en esa misma plaza el éxito de Carlos Arruza, al que los españoles le habían cerrado las puertas para entrar en la temporada española, igual que seis años más tarde intentarían opacar los triunfos del venezolano César Girón.
El toro de la ceremonia de la alternativa de Raúl Acha “Rovira” atendía por el nombre de «Mochuelo», se anunció de la ganadería charra de don Arturo Sánchez Cobaleda, célebre por sus “patas blancas”. Al día siguiente toda Barcelona hablaba del argentino, y Raúl Acha toreó siete tardes consecutivas y se hizo famoso en toda España.
Era la España de Manolete y de Carlos Arruza a la que se había incorporado Raúl. Al finalizar la temporada, Rovira había toreado 42 corridas, y eso que empezó cuando la campaña llevaba medio camino andado. El 10 de octubre confirmó la alternativa en Las Ventas con Gitanillo de Triana y Parrita con toros de Joaquín Buendía, Santa Coloma, siendo sus padrinos «Gitanillo de Triana» y testigo «Agustín Parra «Parrita» dos toreros muy ligados al grupo de Manolete que regía la Casa Camará. Rovira fue considerado uno de los tres matadores más importantes de ese período, junto a Luis Miguel Dominguín y Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete«. A la muerte de este en la Plaza de Linares la discusión de quién era la primera figura del toreo mundial había quedado establecida entre Dominguín y «Rovira», quien bajo argumentos contundentes se coloca en primer lugar, saliendo 4 veces por la Puerta Grande de la Plaza de Las Ventas de Madrid en 1947, 1948, y dos veces en 1949, cortando un total de 12 orejas.
Un día que iba camino a Alicante en el tren, leyó un reportaje de Celestino Espinosa “Capdevila”, crítico taurino del ABC, artículo en el que ponderaba el gesto de Luís Miguel que anunciaba se encerraría con seis toros de Villagodio en la Monumental de Las Ventas de Madrid.
Capdevila consideraba que el hecho tendría mucha repercusión, “porque se hacía abriendo la temporada y porque la largura de Luís Miguel como torero daba por descontado la variedad del espectáculo”. Al llegar a Alicante, apenas dejado la estación del tren, Rovira llamó a Madrid a su apoderado, para preguntarle si había leído lo del ABC anunciando que Luís Miguel se encerraría en solitario con una corrida de Villagocio en Las Ventas. Le propuso hacer lo mismo: encerrarse con seis toros … Pero antes que Luis Miguel lo hiciera.
Cuentan que no había toros en el campo bravo español aptos para un gesto como ese en Madrid y que los únicos toros a los que podían recurrir eran los de la corrida del Marqués de Albayda, Ganadería del encaste Conde de la Corte, toros con mucha cara, muchos pitones y muchos kilos sobre los lomos.
Aquella tarde en Alicante Raúl Acha “Rovira” toreaba con Luís Miguel Dominguín. La tarde comenzó la guerra en banderillas, cuando Rovira e indicó a Pepe Amorós, su banderillero, que pusiera las banderillas. Azuzándole en cada par gritándole: – . “Vamos Pepe, enséñale a éste cómo se ponen las banderillas”.
Dominguín, aquella tarde no se atrevió colocar un solo par. Rovira se arrimó tanto, y armó tal lío que le cortó la pata a uno de sus toros. Es famosa la foto de la pata de Alicante, pues mientras Raúl exhibe el trofeo, Luis Miguel le mira de reojo con marcado coraje en su enrabietada cara. Al terminar la corrida le dijo a su apoderado que le anunciara para matar el próximo jueves lo seis toros de Albayda que estaban en los corrales de la plaza de toros de Las Ventas en Madrid.
Rovira triunfó. Mató los seis toros de seis estocadas. Cortó cuatro orejas y la multitud lo sacó en hombros desde la plaza de toros por Alcalá y lo llevó hasta la Calle Princesa, frente a la casa donde vivían los dominguines.
Fue la última vez que a un torero lo llevaron a hombros hasta Manuel Becerra, rotonda a unas cuadras de Las Ventas. Desde aquel día las autoridades madrileñas prohíben sacar a hombros a los toreros más allá de a glorieta al frente de la Monumental de Las Ventas, para evitar el alboroto provocado por el triunfo de Raúl Acha “Rovira”.
El éxito de Rovira se convirtió en un punto de inflexión en los temas de las tertulias. La curiosidad por saber qué podía hacer Luís Miguel el domingo con seis toros. No estuvo bien Dominguín, apenas cortó una oreja. Rovira fue a la plaza a ver a su rival, pero se salió al tercer toro.
La rivalidad con el menor de los Dominguín estaba en ebullición. La venganza de Luís Miguel surgió en la plaza Monumental de Chacra Ríos en Lima, Perú. Fue cuando Luis Miguel se le cruzó en un quite a Rovira en su toro. Raúl enfadado, se fue hacia Luís Miguel y le abofeteó frente al sorprendido público de Lima. Más tarde ese mismo día, Luís Miguel envió su cuadrilla para que le pegaran a Rovira.
Todo esto en presencia del gran periodista Memo Salas, Manolo Lozano y Juanito Bienvenida en La Rosa de los Vientos, restaurante propiedad del ganadero Roberto Puga en la Costa Verde, en la Playa de Lima.
Echó el cuento de cuando contrató a Luís Miguel para su reaparición en Acho:
“ Es un buen gaché – decía Raúl –lo que sucede es que tiene muchos cojones. Para contratarle más valía deponer posiciones de orgullo que cuestiones de dinero. –Yo tenía las barajas de El Cordobés y Palomo Linares para jugar, pero al que quería era a Luís Miguel.
Dominguín fue a Lima con sus hermanos, junto a Domingo y a Pepe. Cuenta Rovira que “cuando nos vimos no nos saludamos. Dominguito, que era un genio, terció y haciéndose el pendejo dijo:- ¿Porqué no os dais la mano?”
Le di a Luís Miguel más dinero que a nadie; le pagué 20 mil dólares, pero él creía que ganaba igual que Palomo, al que le cancelé 15 mil. La venganza estuvo en hacerle creer al público que sustituía a El Cordobés, que no vino a Lima. Para Luís Miguel más valía la categoría que el dinero. Yo lo sabía. Cómo sería de tío Luís Miguel que le tocó un toro manso, ilidiable y sin embargo me defendió la corrida arrimándose como un bárbaro.
Ha sido un tío Luís Miguel, no hay duda”.
Rovira se hizo figura del toreo, y con el reconocimiento del mundo de los toros regresó a Lima. Con el aval universal se sintió con derecho de enrostrarle a Fernando Graña, y a los señoritos toreros, que estuvieron equivocados al pronosticarle el fracaso. Compitió con Graña como empresario, y le quitó Acho. Antes que la Beneficencia se decidiera por Rovira, Graña fue a visitarle. No aceptó la copa que le invitó Raúl; y, sin siquiera sentarse le amenazó diciéndole que le encontraría como enemigo a sus aspiraciones. Rovira le respondió “tu sabes que el enemigo soy yo. Si no lo supieras, no hubieras venido. Lo que me da gusto es que sabes que “ese argentino” sí ha podido ser torero y sabes que también será empresario de Lima”.
En tiempos de Juan Domingo Perón, Rovira quiso presentar festejos de toros en Buenos Aires. Compró corridas andaluzas de Felipe Bartolomé, el Conde de la Corte y Juan Pedro Domecq. Las corridas estaban listas para ser embarcadas en el Puerto de Cádiz. Perón, había dicho que sí al proyecto. Hasta que un día, el general le llamó un día a Rovira para comunicarle que la Sociedad Protectora de Animales se oponía: porque iban a matar a los “animalitos”. Las sociedades protectoras de animales siempre han tenido fuerza en los gobiernos fascistas, donde gobierno cunde la hipocresía y se maltrata al ser humano y a sus derechos. Rovira, al escuchar lo que decía el general Perón, perdió los estribos, cosa nada rara en él que siempre tuvo un carácter tremendo, y le preguntó “¿Por qué no dicen nada de la gente que mata el gobierno?”
Acabó la luna de miel con el general. Vieja amistad que había nacido cuando Perón era coronel y Rovira camarero del café donde el Coronel Perón y la actriz Eva Duarte se veían a escondidas.
Tuvo Raúl que marcharse a Lima y del Perú se extendieron sus caminos como hemos reseñado a Venezuela, México y España donde alcanzó destacada posición en la fiesta de los toros.
Le conocimos siendo apoderado de Alfredo Leal una tarde de 1967 en Puerto Cabello, en la que Federico Núñez fue empresario organizador. Manolo Chopera le echó una mano a Federico. cediéndole seis toros que le sobraban al donostiarra de la temporada. Joselito López y Manolo Martínez completaron el cartel.
Rovira vino con frecuencia a Venezuela, en especial a Caracas donde participaba en los Festivales del Recuerdo. Más tarde, siendo representante de su hijo Emmanuel venía en busca de sus amigos taurinos y muchas veces nos reuníamos y formábamos grupos de tertulia para hablar de toros, de lo que se vivía en la fiesta en México como en España, los recuerdos entre amigos, tertulias que se convirtieron en momentos inolvidables.
Igual sucedía en Madrid con amigos comunes, como Manolo Lozano, Roa, Gabriel Alonso, Juan Bienvenida, amigos de toda la vida.
A México dejó de ir, más bien iba a Acapulco por lo de la altura. En una oportunidad coincidimos en Miami, donde vivía con su esposa, “La Chola”, donde según él “me aburro mucho porque aquí no hay quien hable de toros”.
Hasta que se fue a vivir a Cuernavaca, rodeado de campos de golf y buganvilias vivió los últimos días de su vida rodeados de afecto y admiración de los muchos amigos que cultivó.
Raúl sembró amistad, sin necesidad de doblegarse ante nadie.
Grande mi tio, tenia mucho valor y mataba a los toros ee un estoconaso como nadie lo hacia, se tumbaba encima del toro aunque su vida fuera en el lance.
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