Manzanares se llevó la única oreja de un festejo que tuvo poca historia
.Foto: Verónica Soriano
Alicante, 22 de junio
Cuarta de la feria de Hogueras. lleno de No hay billetes.
Toros de Daniel Ruiz, primero y cuarto, Jandilla, segundo y tercero, y Victoriano de Rio, quinto y sexto, justos y desiguales de presencia, flojos y manejables.
José María Manzanares (de corinto y oro), ovación, oreja y ovación.
Roca Rey (de caldero y oro), ovación tras aviso, ovación con otro aviso y silencio
De las cuadrillas destacaron Punta y Juan José Trujillo.
San Paulino y la mala educación
Paco Delgado
AvanceTaurino/22 de Junio de 2024
Aunque el día grande de las fiestas de Hogueras es el 24, el día del patrón, san Juan, para la feria taurina fue el 22, festividad de san Paulino, patrón de los campaneros, cuando la plaza se llenó a reventar. Hacía días que se acabó el papel y con el cartel de “No hay Billetes” en taquillas la reventa hizo el agosto en junio. Lo que se tradujo, beneficio para la empresa y la fiesta al margen, en el consabido desbarajuste y retraso a la hora de comenzar el festejo, cuando también desde hace meses se sabe que comienza a las 19 horas. Pues no señor. A la hora en punto que los alguacilillos debían hacer el despeje de plaza, la gente, maleducada y sin respeto por los demás, seguía apelotonándose en los vomitorios, complicando la vida a los acomodadores, molestando a los puntuales y retrasando el inicio de la función. Mal comienzo.
Un cuarto de hora más tarde de la hora prevista, con gente todavía buscando su sitio, salió el primer toro, un ejemplar de Daniel Ruiz, no el más bonito de su camada, precisamente, que manseó en varas y se lo pensó para embestir. Manzanares, sin despeinarse, en una faena breve y fácil, en la que lució al torear en redondo, cumplió sin apreturas su primer turno.
Recibió con una larga cambiada de rodillas al anovillado tercero, muy justo de fuerza pero noble y repetidor sin que su labor tuviese trascendencia ante la poca entidad de su oponente. Pero la eficacia de la estocada con que remató le valió una oreja.
Con la gente volcada y todo a favor, con otro toro blando, noble y manejable, compuso una última faena muy estética y plástica pero de pocas apreturas, muy bien vendida pero que malversó con el estoque.
Se protestó con fuerza al segundo y se pidió su vuelta a los corrales por una supuesta lesión de sus cuartos traseros. Pero se le mantuvo en el ruedo y tomó luego el engaño con prontitud y fijeza, lo que aprovechó Roca Rey para componer un trasteo ligado, de plantas quietas y muletazos de largo recorrido, limpio trazo y pronta conexión con el tendido, empeñándose luego en no descabellar cuando el toro se amorcilló tras una estocada muy caída, lo que enfrió a la gente y se evaporó su recompensa.
Se lució al quitar por tafalleras y faroles al también feble cuarto, con el que puso en liza su repertorio habitual de adornos y alardes antes de volver a torear quieto como un poste y muy templado en un quehacer en el que estuvo muy encima de una animal sin emoción alguna al que exprimió totalmente y mató mal.
A base de entrega y disposición, y con una faena marca de la casa pudo desde el primer capotazo con el toro que cerró plaza, bondadoso y pastueño que no tuvo más dificultad que su falta de fuerza. Pero volvió a matar mal y se fue de vacío de Alicante. San Paulino no quiso que trabajasen sus apadrinados ni que hubiese repique de campanas para celebrar un triunfo grande en la Plaza de España.
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