Tras casi un mes seguido de toros, San Isidro puso su punto final. Y si en lo artístico hubo de todo, una semana inicial de lo más interesante, una continuación mucho mas plana y decepcionante y un tramo final con muchos altibajos, en cuanto a asistencia ha sido todo un éxito.
El traje nuevo del emperador
Paco Delgado
AvanceTaurino/Junio 2024
Casi 600.000 espectadores se han registrado a lo largo del serial. 564.353, exactamente, lo que supone casi el mismo dato de afluencia que en toda la campaña de 2023, dando una media de diaria de 20.902 aficionados aposentados en las gradas y tendidos de Las Ventas y que consiguieron que en 13 tardes se colgase el cartel de “No hay billetes” en las ventanillas de taquillas, o lo que es lo mismo, en la mitad de los festejos celebrados en esta última feria se agotó el boletaje, como se dice en Méjico. El mejor registro de los últimos diez años.
Y eso que los toros no interesan, dicen desde instancias oficiales, buscando arreglar el desaguisado provocado por el responsable del Ministerio de Cultura, que con su desafortunada ocurrencia de anunciar la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia levantó una gigantesca marea de protestas e indignación que ha dado más visibilidad al toreo y renovado el interés de muchos tibios que parecían aletargadas y que han reaccionado a ese golpe bajo con un cróchet al mentón que ha hecho que Urtasun ande desaparecido desde entonces.
Claro que los toros interesan, y si no es indicador suficiente ese número de espectadores que acudieron a la plaza, también son reveledores los índices de audiencia que han tenido los festejos televisados. Un 17,1 alcanzó, por ejemplo, la corrida del día 8 de junio retransmitida por Telemadrid, lo que supone no sé si un récord pero sí una cifra extraordinaria y de muy complicada superación.
Pero el mensaje cala. Y llega. Y se hace realidad a oídos interesados. Como en el cuento de Andersen, sólo los inteligentes pueden ver, comprobar y admirar las excelencias del nuevo traje que un avispado sastre ha confeccionado para el Emperador, en tanto que los necios y obtusos comprueban asombrador que Su Majestad va en cueros. En este caso únicamente mentes preclaras, los elegidos por el dedo infalible del progresismo y ungidos por ese nuevo dios omnipotente que es lo políticamente correcto pueden comprobar que los toros ya no interesan, que en España nadie va a los toros y que es un espectáculo anacrónico que hay que dejar que muera por sí solo, aunque por caridad contribuyan a que su muerte se acelere.
Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad y aunque los hechos y la realidad, machacona y casi siempre infalible, demuestren lo contrario, los paniaguados y apesebrados mantendrán que el traje es una auténtica maravilla y que la fiesta taurina en España está acabada.
Una mentira mil veces repetida que, sin embargo, y apoyada no se sabe muy bien por qué oscuros intereses, se sigue utilizando en contra y con grave prejuicio no sólo para la pervivencia y seguridad de quienes viven y disfrutan de este espectáculo (el segundo en cuanto a numero de seguidores en esta España atontada, hay que repetir), sino para el negocio en sí mismo. Sólo hay que comprobar la dificultad, en muchos casos insalvable, para conseguir publicidad no ya para medios informativos o de comunicación, sino para las propias empresas organizadoras de eventos taurinos que no encuentran patrocinios ni anunciantes para promocionar su producto. Llama la atención que grandes firmas financieras, de distribución o centros comerciales, o marcas de lujo, etcétera, se nieguen en redondo a que su nombre aparezca relacionado en el ámbito taurino pero, eso sí, no tienen inconveniente para manejar y aceptar el dinero que produce el negocio de los toros… claro, hay que alabar el exquisito gusto de ese nuevo traje de quien nos mangonea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario