Y es que casi todos los jóvenes que empiezan en la profesión parecen cortados por el mismo patrón, menoscabo en muchos casos achacable a las enseñanzas de las Escuelas Taurinas, donde generalmente imparten magisterio toreros fracasados. Aunque en la mayoría no suelen fallar las ganas de comerse el mundo, no obstante, con eso no es suficiente. Es cierto que para empezar a caminar hay que poner mucho coraje y arrojo frente al toro, tener fe y ser muy constante. Y a partir de desenvolverse con esas propiedades, encomendarse también y sobre todo a la Divina Providencia para que le toque la varita mágica de la personalidad.
El torero que va para figura ha de tener sello propio, atributo que va más allá de la ortodoxia y el clasicismo bien aprendidos o asimilados. La personalidad es algo innato, una maravilla o excelencia que diferencia al genio de los demás. Y tal se ha podido apreciar, hoy, en un jovencísimo Diego García, en su debut como matador de toros en San Sebastián de los Reyes, su pueblo. Un sólo toro, su primero, tercero de la tarde -el otro de su lote, el sexto, se desfondó enseguida- ha sido suficiente para adivinar tanto bueno como proyecta este Diego García.
Toreo de calidad, con variedad y gracia en el manejo del capote. Con firmeza y seguridad con la muleta. Empaque y muy buen gusto en lo fundamental por uno y otro pitón. Y remates de serie por "alegrías" de notable plasticidad a base de trincheras o el de la firma; como airosos molinetes, de frente y sobre la marcha unas veces, invertidos otras. También muy sobresalientes, por largos y majestuosos, los pases de pecho.
Qué talento y qué torería la del debutante. Hubo pinchazo antes de la estocada definitiva, pero el triunfo de las dos orejas fue irresistible.
Lástima que el sexto no dió opciones. Toro apagado, con el que así y todo dejó igualmente detalles de torero caro. Y desde luego una impresión mala fue el manejo de la espada en éste. Infinidad de pinchazos aconsejan ponerse a trabajar y seguir los consejos de un verdadero maestro en la suerte suprema, o se puede perder un torero de enorme proyección como hoy se ha visto.
El Fandi, a un año de cumplir las bodas de plata como matador de alternativa, sigue teniendo tres "motores", con revoluciones a tope en todas sus maniobras o despliegue de su particular y muy popular tauromaquia. El carisma de este estilo de toreo está muchas veces en los saltos y carreras, sobre todo con las banderillas; pero también de vez en cuando se le escapan lucidos lances (la larga cambiada de rodillas en el tercio suele ser fija en su repertorio, al recibir a los toros) y asimismo maneja la muleta con cierta seguridad. Una personalidad que no es del gusto de todos -los puristas son sus más obstinados detractores-, pero es cierto que con el desbordante tesón del granadino se derriban las barreras de los más quisquillosos refinados. El caso es que a su manera "le dió fiesta" a sus dos toros para contento del personal.
Dos faenas de igual corte, en ese estilo que más allá de lo bullanguero y revoltoso tuvieron igualmente pasajes de cierto reposo, si se quiere, sin la calidad de lo que establece el academicismo, pero de mucho convencimiento de cara a la galería. Una y dos orejas, respectivamente, fue su balance.
Perera estuvo lo que se dice correcto en su primero, un buen toro. Bien con el capote y mejor aún en el último tercio, pero con demasiada frialdad. La respuesta de la gente en este primero de su lote, el mismo desafecto para no pedirle trofeo. Y faena larguísima al quinto, un toro de incansables embestidas. Toro bueno aún habiendo hecho varios amagos de querer "rajarse". Aquí puso más alma Perera, tanto que le dieron las dos orejas para estar también en la foto final de la Puerta Grande con los tres toreros a hombros.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de García Jiménez, bien presentados y de muy buen juego, aunque el sexto se apagó pronto.
El Fandi: estocada (oreja con petición de la segunda); y estocada (dos orejas).
Miguel Ángel Perera: media y descabello (ovación tras aviso y tibia petición de oreja); y estocada y descabello (aviso y dos orejas).
Diego García: pinchazo y estocada (dos orejas); y ocho pinchazos (ovación al ser aupado a hombros para salir así con sus compañeros por la Puerta Grande).
La plaza registró algo menos de media entrada en tarde agradable.
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