Ha ocurrido, entre otros casos, con Rafael García Garrido, claro ejemplo de advenedizo en el mundo de la empresa taurina –por mucho que sea muy buen aficionado- a la que ha llegado por la fuerza del dinero, sin aportar nada al habitual sota, caballo y rey. La familia Matilla en Granada, plaza a la que regresan y en la que han protagonizado alguna polémica, anunciando a bombo a platillo un montón de promesas que ellos mismos saben no cumplirán, como tampoco han acabando de cumplir en Castellón (si alguien lo duda que pregunte a sus abonados). O también las declaraciones de Ramón Valencia también anunciando grandes acontecimientos en la temporada de Sevilla, cuando también está claro que en primavera es inviable que haya nada; si acaso es San Miguel, pero para entonces nada se puede aventurar.
¡Sean sensatos, señores! No prometan lo que es imposible cumplir, dejen de engañar a la afición y dedíquense a arreglar tantas goteras como hay en el tejado de la Fiesta.
Actualícenla al siglo XXI con entradas y precios correspondientes, modernicen las viejas plazas de toros –sin perder la esencia y la torería, pero sobre todo hay una cosa clara y es que si queremos que la Tauromaquia siga viva es imprescindible que hay emoción. Porque sin emoción no hay nada y menos aún en esa Fiesta del pase bonito y el triunfalismo que tratan de imponer. Cuando el triunfalismo es todo un error. La gente ya está harta con presentaciones de ferias y luego tener que recular ante la imposibilidad. Porque aquí hay una cosa clara, nadie sabe dónde estará el techo de esta lacra y dentro de la ignorancia lo que sí está claro es que antes del verano será imposible abrir ninguna plaza, ni programar espectáculo, lo que cual es una auténtica pena. Pero antes caos de esta tercera ola esa realidad /sinceridad hay que aferrarse. Mientras tanto lo que si deberían hacer es juntarse, aunque realmente ese es una utopía. Pero si hubiera un poco de sensatez hay que luchar desde todos los frentes por salvar al gremio de los ganaderos, literalmente atollado en la rodera de la ruina. Hay que salvarlo, porque su salvación es la del toro de lidia y en estos momentos hay muchos ganaderos, entre ellos afamados nombres de primera línea, que están a punto de echar el cierre. Y hay que ayudar a los profesionales que se visten de luces y tienen todo su derecho. Son toreros, han cotizado como tal y se han jugado la vida en defensa de un espectáculo. Ellos son también los grandes perdedores de este caos, con la tristeza de ver cómo los han dejado ahogar y no han tenido más que unas ayudas mínimas y tardías.
Ellos tienen derecho a reivindicar lo que es suyo, más cuando hay tantos casos de urgente necesidad después de llevar un largo año y medio sin ingresos. Es injusto que quien llega en una patera tenga muchos más derechos que un profesional que se ve ahogado y sin recursos. Y con quien llega en una patera hay que tener humanidad, como se debe tener con todos los seres, pero no son más que quien lo ha dado todo en el ejercicio de su profesión artística.
Ah y por último no me gustaría olvidarme de Antonio Ferrera, torero tan admirado por quien este escribe. Resulta que Ferrera rompe la FIT, cosa lógico si en la sociedad mexicana no ha visto el color que merece su carrera. Pero lo peor es que deja a los mexicanos para caer en las garras de Simón Casas. Y es que los toreros no escarmientan, porque antes de firmar con el gabacho lo que debería haber hecho Ferrera era llamar a otros compañeros suyos que fueron apoderados por Simón Casas. De haberlo hecho seguro que no hubiera dado ese paso adelante, pero como no lo ha hecho, las circunstancias le harán ver la metedura de pata. A no ser que el gabacho haya cambiado y ahora tengas intención de ser un hombre honrado y de palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario