El Correo de España - 22 Diciembre 2021
Las religiones ancestrales daban gran importancia al solsticio de invierno, es ese momento en el que la luz del día se halla en su fase de menor duración, mientras que la oscuridad de la noche tendía a su máxima presencia en el año. Esta fecha coincidió en el calendario Juliano el 25 de diciembre.
En esta época del año los romanos celebraban la mitad del invierno, con una fiesta conocida como Saturnalia, en honor al dios Saturno; eran festividades que incluían banquetes y la costumbre de regalar muñecos de cera a los niños.
Con la llegada de la nueva religión cristiana entraron también en juego sus propias festividades. Sobre el año 300 d.C, decidieron que una de aquellas fiestas fuera en honor al nacimiento de Cristo, aunque no conocemos la fecha exacta del nacimiento de Jesús, por lo que, de forma arbitraria, decidieron que fuera el 25 de diciembre. La base teológica para designar esta fecha se justificó al coincidir exactamente nueve meses después del 25 de Marzo, fecha en la que se consideraba que el mundo fue creado, además de ser la fecha de concepción de Jesús.
Para resaltar la importancia de la Misa de Navidad añadieron ciertos elementos visuales, como los pesebres, para representar en las iglesias el lugar donde nació Jesús, y ya durante el siglo XII, añadieron escenas dramatizadas, como por ejemplo ángeles cantando. Esto acabaría dando lugar al desarrollo de representaciones de escenas de la Biblia, en especial en las ciudades.
Para conocer el origen de los villancicos, que luego acompañarían las celebraciones navideñas en las familias, en las iglesias y en las calles de los pueblos, es preciso fijarse en el siglo XIII. Los primeros villancicos eran canciones con danza: una persona cantaba mientras el resto bailaba en círculo; hay que señalar que la mayoría de villancicos actuales son de tiempos posteriores a la Edad Media.
Entre los elementos paganos incorporados a una festividad cristiana, reseñemos el árbol navideño, como el más destacado entre todos. Los romanos pensaban que los árboles de hoja perenne poseían poderes mágicos; eran utilizados como elemento decorativo, al simbolizar la vuelta a la vida en primavera y la vida eterna para los cristianos. Los vikingos colgaban abetos y fresnos junto con sus trofeos guerreros como reclamo de la buena suerte. Durante la Edad Media, la propia Iglesia decoraba la víspera de Navidad arboles con manzanas, que denominó como “día de Adán y Eva”. A lo largo del siglo XVI, en la víspera de la Navidad alemana, tenían por costumbre decorar un abeto con flores de papel y llevarlo en procesión por las calles hasta la plaza principal de la ciudad, donde tenía lugar un banquete que incluía una danza alrededor del árbol y que finalmente era quemado en una solemne ceremonia.
Los medievales y los contemporáneos no podemos olvidar que el Día de Navidad representa y conmemora la llegada del Salvador, el Hijo de Dios. Y por eso nos felicitamos y les felicitamos a todos con nuestros mejores deseos.
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