La sociedad en que vivimos es tan macabra y mezquina que, como explico, una profesión como la de torero, dificilísima, casi inalcanzable, la que por méritos propios, el solo hecho de ser torero ya acaudalaba el rango de la misma heroicidad que, en definitiva no es otra cosa que un grupo de personas en el mundo son capaces de jugarse la vida frente a un toro bravo; y digo un grupo minúsculo porque si analizamos que el mundo tiene siete mil millones de seres humanos y que existen quinientos toreros en el mundo, es ahí donde radica la excepcionalidad de dicha profesión.
En los tiempos que vivimos todo se puede esperar, hasta que la gente se haya concienciado de qué vale más la vida de un perro que la de un ser humano. Y mientras todo eso sucede siguen habiendo políticos que dicten leyes al respecto porque, como es notorio, un ser humano torero es algo apestoso mientras que, un perro tiene todas las bendiciones del mundo. Perros los ha habido toda la vida pero, como era natural y lógico, ocupaban el espacio que les correspondía por ser animales a los que nadie maltrataba; ahora ocurre todo lo contrario, se le valora mucho más a un perro que a un ser humano que se precie por ser torero. El problema, en la actualidad, es que la mayoría de los perros son de dos patas y eso sí es un problema insalvable, de ahí las reacciones que estamos viendo ante lo que supone la maravillosa fiesta de los toros.
En la política actual ya no tienen cabida los héroes porque solo fomentan borregos para que, en manada, aleccionarlos para sus maldades juegan un papel decisivo y, lo que es mucho peor, que la gran mayoría entran al trapo de la doctrina a la que se les alecciona para que, todo aquello que siempre nos pareció una heroicidad por parte de sus protagonistas, en estos instantes, aquellos héroes sean unos malditos villanos a los que ya se encargan los políticos de que les escupa la sociedad actual.
A lo largo de la historia, la que hemos vivido y la que hemos conocido mediante las páginas que quedaron escritas por parte de nuestros antecesores, para ellos el mundo de los toros era algo inenarrable que, hasta llegaba a concitar la atención de artistas de todo tipo que en la fiesta brava se inspiraban. Lógicamente, eran personas cultas, sensatas, llenas de cordura y con la suficiente humildad para admirar a todos aquellos a los que, por su profesión, tan heroica como admirable, eran incapaces de imitar, de ahí nacía la admiración a la que vengo diciendo.
Ahora, los intelectuales de nuestros días, salvo excepciones, nadie es capaz de pronunciarse a favor de la fiesta de los toros porque como se dice en la actualidad, es políticamente incorrecto defender semejante barbarie como ellos la definen, de ahí el silencio cobarde que practican los que por sus púlpitos grandilocuentes deberían de defenderla. A tenor de los hechos, mal camino llevamos y, lo que es peor, nadie podrá enderezar esta nave sin rumbo que zozobrará a la deriva, algo que intentan impedir esas asociaciones taurinas maravillosas que todos conocemos, las que siguen divulgando la fiesta aquende como allende.
Lo triste y lamentable es que todos los males de la fiesta de los toros en lo que a su arte y admiración llevaba consigo, todo tiene como culpable verdadero al mundo de la política puesto que, unos seres indeseables, malignos, corruptos, malhechores que se dedican a este menester –otrora admirable y grandioso- de la política, ellos solo han fomentado el odio y, como sabemos, una mentira contada mil millones de veces, al final, para la sociedad es una verdad que aplasta, es el caso de Pedro Sánchez que, a base de mentiras ha forjado su vida política y, en su camino ha contagiado a millones de españoles que, sus mentiras todavía se las aplauden. Justamente es lo que ha ocurrido con la fiesta de los toros que, a base de denigrarla, vilipendiarla y escupirla, para muchos, un torero no es otra cosa que un ser despreciable o, como le dijera Risto Mejide a El Juli afirmándole que, los toreros no son otra cosa que meros asesinos.
Los toreros, por regla natural, todos ostentan el título de héroes y, en el caso que nos ocupa en la foto que mostramos de Iván Fandiño, se marchó al otro mundo con el entorchado de héroe con matricula CUM LAUDE.
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