El abono, quizá también el más numeroso y amplio del mundo, es quien sostiene económicamente la plaza, ya sea por la obligación de los abonados a hacerse con él durante las ferias de San Isidro y Otoño, como por los abonos de temporada para mayores y jóvenes. Como se ve, los abonados son los cimientos donde se asientan todas las posibilidades para que los distintos empresarios hagan rentable el arrendamiento.
¿Pero qué pasaría si no existieran los abonos o quedaran en el aire? Es una pregunta que tendría que responderse y sopesarse con muchísima delicadeza.
Cierto que ya nada es igual en el mundo del toro ahora mismo, Madrid incluido, como se ha venido viendo en los últimos tiempos -no solo durante la pandemia-. El flujo de aficionados que acuden a las plazas ha bajado sustancialmente y es posible que esa ‘ventaja’ de tener el abono, que te garantizaba el acceso en las tardes de más interés, no sea tan necesario, ya que los llenos no abundan.
Parece claro que Las Ventas necesita del abono para no ver tristes sus tendidos, pero habrá que preguntarse si en 2022 será posible que salgan a la venta los abonos de temporada a sabiendas de que terminado San Isidro se cambiará de empresa.
Un despropósito en toda regla, salvo que esté amañado el concurso. Los abonados de temporada tendrán que sacar dos o bastará con el que les ofrezca el empresario que comience la temporada. ¿Las condiciones ofrecidas serán las mismas caso de ser otro el empresario para después de celebrada la feria? Podría ser, pero no deja de ser algo que tiene pocos pies y menos cabeza.
Por otro lado, los abonos de San Isidro, la joya de la corona en cuanto a la parte económica y el beneficio, eran quienes sostenían las pérdidas del resto de temporada, ¿se compartirán entonces los beneficios con quien llegue para que pueda dar los carteles del verano? ¿O no se dan toros en verano y se deja para que pueda hacer su propio negocio el nuevo empresario en la feria de Otoño?
Lo mismo, lo ideal sería no obligar a los abonados ante la incertidumbre del cambio, al menos durante ese año, y que cada cartel se vendiera por sí mismo. Igual había sorpresas y San Isidro había que hacerlo con más cabeza y metiendo menos ‘paja o relleno’, que a la postre es lo que sostiene el resto de temporada.
Sea como fuere, nos parece incongruente lo del concurso a mediados de año, lo que no significa ‘a medias’ con los gastos y los ingresos. Prueben y dejen 2022 sin abonos… lo mismo no quieren ni los empresarios que ya están.
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