La crónica esta vez va a contar la cronología de una tarde claramente a menos por la absoluta falta de toros. Esperanzas, sueños, ilusiones..., fueron desvaneciéndose conforme saltaban al ruedo y posteriormente se llevaban las mulillas a estos llamados toros de una ganadería debutante, que ya veremos lo que tardará en volver, si es que vuelve. Lo de siempre, o casi, cuando se anuncian las pretendidas figuras. Corrida, quede claro, muy por debajo de lo esperado. El toro bajo mínimos. Y sorprendente la tolerancia de un público que con la pasividad de su silencio, y a veces hasta con cínicas ovaciones, transige con el pillaje que significan estos espectáculos.
El primero de la tarde, algo distraído y marcando un poco la querencia, cosa habitual en plazas como la de Pamplona donde vuelven a salir al ruedo por donde entraron en el encierro matinal. Manseó en varas y empujó poco en la muleta, consecuencia de su falta de raza. Toro noblón, pero sin entrega, inapropiado para el triunfo, también porque Talavante estuvo con él a verlas venir, sin hacer el mínimo esfuerzo.
Toro escaso el segundo, sin remate por delante ni por detrás, que quedó crudo en el caballo tras dos encuentros en los que el piquero no llegó a meterle las cuerdas, expresión ésta referida al puyazo que debería estar bien enganchado. Otro toro sin raza ni fuerza, en el que a pesar de todo se adivinaba cierta clase, pero al que Luque no le pudo apretar en la muleta porque iba al suelo a las primeras de cambio. Toro a menos, o a nada. Mas Luque no renunciaba todavía a buscarle las vueltas en la distancia corta, hasta caer en la pantomima.
Toro también con poco cuajo el tercero, que salió echando las manos por delante, difícil de lancear. En varas no sangró ni para un análisis. ¿Dónde está el toro de Pamplona que otrora daba prestigio a esta Fe-ri-a-del-To-ro? Lo cierto es que el tendido ni protesta ni exige, resignación que esconde la ignorancia. Qué lástima, Pamplona. Y Ortega, empeñado también en lo imposible, merodeó por allí con aspavientos de pamplinas. Vaya tela.
Pasado el ecuador de la corrida, el cuarto salió igualmente mermado de todo, protestando, negándose. La mansedumbre como bandera. Ahora Talavante se puso el mono de trabajo ¿para tratar de justificarse? No valen excusas cuando uno también forma parte del problema.
El quinto, por apariencia, el más toro de la tarde, alto largo y bien armado; sin embargo, toro que también se cae y se niega. Queda todo en la fachada. El esfuerzo de Luque no va a ninguna parte.
Cierra la tarde otro astado protestón, sin compromiso en el caballo y ninguna naturaleza de bravo en la muleta. Ortega quiso para nada.
FICHA DEL FESTEJO.- Séptimo de Sanfermines. Lleno de "no hay billetes",
Toros de Domingo Hernández, desiguales de presencia y algunos con el trapío un punto por debajo de lo habitual en Pamplona. Ganado sin fuerzas ni raza, inútil total.
Alejandro Talavante: estocada tendida y cruzada (ovación); y estocada (silencio).
Daniel Luque: estocada "que hace guardia" y descabello (ovación tras escasa petición y aviso); y pinchazo y casi entera (ovación).
Juan Ortega, nuevo en esta plaza: pinchazo y estocada (silencio); y pinchazo, estocada y descabello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario