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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 16 de julio de 2024

La Tauromaquia en México necesita urgentemente una revolución a fondo / por JC. Valadez


Estas son horas de mediocridad en la torería mexicana, que necesita urgentemente una revolución a fondo en su estructura administrativa y en lo que respecta a lo que sucede en el ruedo.

La Tauromaquia en México necesita urgentemente una revolución a fondo

JC. Valadez
De SOL y SOMBRA / 16 de Julio de 2024
México vive en la actualidad una crisis debido a la falta de figuras y de toreros importantes desde hace ya varios años, la situación es muy preocupante, ya que la gran mayoría de los toreros que estaban destinados para ser figuras hace más de una década, no terminaron por romper y las generaciones posteriores -aunque algunos todavía mantienen su estatus de promesa- no han podido dar el estirón definitivo.

Hoy más que nunca hace falta una nueva o varias figuras que lleven masas a las plazas. Ya que no hay líderes claros en el toreo y es muy necesario, para que se pueda sostener un espectáculo que comienza a perder tracción en algunas zonas del país como Jalisco, Tlaxcala y Aguascalientes, en donde anteriormente gozaba de buena salud.

Hay que recordar que alguna vez la tauromaquia, que tuvo sus mejores momentos entre los años 50 y 70s del siglo pasado (sí, cuando había menos oferta de ocio) era un espectáculo verdaderamente popular. Fueron los tiempos cuando las plazas se llenaban hasta la bandera y los toreros formaban parte de la cultura y la sociedad, e incluso se competía con el fútbol y el boxeo como el mayor espectáculo de masas. Los ochenta sufrieron un periodo de crisis con el retiro temporal de Manolo Martínez y Eloy Cavazos, que se superó en los años 90s con la última gran generación de figuras del toreo mexicano que encabezaban Mariano Ramos, Miguel Espinosa Armillita Chico, Jorge Gutiérrez y David Silveti, todos toreros con una personalidad definida y recursos, y que en sus menos brillantes actuaciones jamás daban sensación de incapacidad (aunque pudieran darla de precauciones) ante las dificultades del toro.
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Hoy, como dice una canción, el futuro ya está aquí y las cosas se han puesto muy mal en los últimos años, o al menos así lo observo yo. Lo que en principio eran daños estructurales, con el tiempo se han convertido en daños prácticamente irreparables. Y con ello el toreo se está llendo al traste. Poco a poco va desapareciendo la verdad original del arte de Cúchares – que por otro lado es la única garantía que tiene la fiesta para sobrevivir- para dar paso a una farsa descafeinada y carente de sustancia.

El toro “light” como lo bautizó hace muchos años el cronista Luis Ramón Carazo, se ha adueñado de las plazas y de los voceros que cantan las excelencias de un espectáculo adulterado y completamente desapasionado. 

No es de extrañar, ya que desde unos años la práctica nacional en cuestiones intelectuales, artísticas y de medios descansa en lo mediocre. Es más, nosotros mismos somos un país mediocre en comparación con muchos de nuestros vecinos. Y si la tauromaquia es una representación de lo que pasa en México, podríamos entender porque priva la mediocridad en el sector. Visto desde este punto de vista, la mediocridad en la tauromaquia hoy en día es normal e incluso aceptable para muchos.

Los toreros tampoco se escapan del tiempo que les ha tocado vivir. Pasan cada vez más tiempo en las redes sociales que en las plazas de toros, en donde todo el mundo les dice lo importante, guapos y simpáticos que son. Pero lo que parece que no les dicen nunca es: te falta originalidad, te falta valor, te falta técnica, te sobra vanidad y te falta amor a tu profesión.

Gran parte de estos problemas que se han acrecentado en los últimos años, en mi opinión, han surgido con la mediocridad del toro. No hay aficionado que pueda ser optimista cuando el toro se convierte en un elemento mediocre, destinado a encumbrar a toreros mediocres. Y esto lamentablemente sucede porque el torero, por medio de sus apoderados (o empresarios) ya manda del todo en el campo, organiza, hace y deshace a su antojo.

¿Cómo vamos a ser optimistas cuando vemos esas fotos en algunas plazas de “primera categoría” en las que se lidian novillos excesivamente despuntados?

¿Cómo vamos a ser optimistas si las principales figuras del toreo o toreros destacados (de aquí y allá) son además sus principales detractores? ¿cómo podemos ser optimistas cuando observamos el tejemaneje que traen los que mandan y controlan todo en el toreo? Y aunque hay algunas excepciones, el gremio empresarial no destaca generalmente por su imaginación, unión o capacidad de trabajo, aún cuando son junto con los ganaderos, los más grandes perjudicados de la actual situación.


Tampoco la gestión empresarial de dos de las principales empresas del sector, han sido suficientes para sostener los cimientos de una industria a la baja en los últimos años. Y aunque ambas empresas han intentado producir una o varias figuras nacionales en los últimos años, todavía no han logrado conseguir su objetivo.

Ahora, ¿como se puede ser positivo cuando vemos la conformación de algunos de los principales seriales del país en donde se deja fuera a varios de los más importantes toreros nacionales?

Cada vez nos queda más claro, que lo que algunos se ganan en los ruedos después lo pierden en los despachos. Y al contrario: lo que algunos no se ganan ante el toro, lo consiguen mediante la pertenencia a una administración poderosa. Y así se advierte en la composición de la mayoría de los carteles.

“No hay toreros que interesen” dicen los empresarios cuando algún medio o aficionado alza la voz para protestar. Pues si no les dan oportunidades a los que de verdad las merecen en todas las ferias o temporadas posibles, nos quedaremos con las ganas de saber si en verdad jóvenes toreros como Hector Gutiérrez, Diego San Román, Isaac Fonseca y Arturo Gilio entre otros, tienen futuro o si se ha generado en torno a ellos una excesiva expectativa.

Pónganlos a torear señores empresarios y así saldremos todos de dudas, pero tengan también un poco de paciencia y no los marginen a las primeras de cambio.

Pero no todo es culpa de los empresarios, ganaderos y matadores, gran parte también de esta crisis se debe a la falta de exigencia en el aficionado moderno, que hoy por hoy está dando por bueno todo lo que pasa en las plazas. Y es que se ovacionan faenas finiquitadas con espadazos infames, que luego son premiadas por palcos sin criterio alguno, pero si algún juez se pone serio y aplica con rigor el reglamento se le llama antitaurino. ¿No será al revés? No será más enemigo aquel que da por bueno todo como en el caso del juez de plaza de la Monumental de Aguascalientes o de los jueces de la Plaza México.

Afortunadamente para los empresarios, la crisis taurina tuvo un pequeño paréntesis el pasado invierno, gracias al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza que consiguió tirar del carro de la taquilla de norte a sur. La gran duda será saber si Enrique Ponce, que tentativamente realizará una campaña de despedida el próximo invierno en nuestro país, podrá mantener la inercia y una demanda de entradas similar a la que tuvo Pablo Hermoso en su ya prolongada gira del adiós. Una gira que por cierto continuará el próximo otoño/invierno en aquellos escenarios en donde no se pudo despedir como Ciudad Juárez y Guadalajara entre otras plazas.

Pero todo esto será temporal, la realidad tarde o temprano nos volverá a alcanzar y aunque muchos no lo quieran aceptar, el toreo necesita una revolución a fondo en su estructura administrativa y en lo que respecta a lo que sucede en el ruedo.

Ojalá que los profesionales despierten y no permitan que esto se desmorone hasta su desaparición. Pero tristemente pasan las temporadas y la mayoría siguen sin reaccionar. Por eso no son pocos lo que dicen que el toreo duerme todas las noches con su enemigo que, precisamente, esta dentro.

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