"..a mí el autócrata que sufrimos en España, Sánchez, me recuerda muchísimo al citado Biden. El monclovita vive en un mundo irreal, el suyo, rodeado de sus amiguitos y amiguitas que le aplauden cuando entra en Moncloa, que le dicen en los mítines que él y su señora son la leche, que lo achacan todo a la fachosfera, que se han inventado una historia de España que es mentira de pies a cabeza.."
Sánchez y Biden
Miquel Giménez
La Gaceta/Julio 24, 2024
En política cuesta muchísimo que la realidad se imponga, especialmente cuando los políticos pertenecen a ese universo plagado de unicornios de color de rosa llamado wokismo. Pero la naturaleza es muy pesada y era evidente para todo el mundo que Joe Biden no regía, lo que nos lleva a considerar en qué manos ha estado Occidente este tiempo. Bien, las manos son las de Soros, las multinacionales sin alma, las élites mundialistas, las Lagarde y Von der Leyen de turno, pero señalo esta obviedad justamente para advertir del peligro que presenta esta mal llamada democracia en la que quién manda jamás se presenta a unas elecciones. Son los que tiran de los hilos de marionetas como Biden, auténticos títeres a los que se les da patente de corso para todo —¿todavía no hay un escándalo por las correrías de Biden JR por parte de las feministas podemitas?— siempre que obedezcan a sus auténticos amos.
No sé a ustedes, pero a mí el autócrata que sufrimos en España, Sánchez, me recuerda muchísimo al citado Biden. El monclovita vive en un mundo irreal, el suyo, rodeado de sus amiguitos y amiguitas que le aplauden cuando entra en Moncloa, que le dicen en los mítines que él y su señora son la leche, que lo achacan todo a la fachosfera, que se han inventado una historia de España que es mentira de pies a cabeza. Es ese mundo en el que Sánchez cree que Largo Caballero, en lugar del golpista asesino que fue, es un ejemplo a seguir, que darles carta blanca a los golpistas catalanes o a los bilduetarras es trabajar por la convivencia y la paz, y que España como nación no existe, tan sólo es un puzle mal encajado de naciones diversas que hay que ordenar. En ese mundo imaginario —porque aunque Sánchez sea un cínico hay mucho de esto que se lo cree, igual que sus fanáticos seguidores— abrazar a Hamás y reconocer al Estado palestino es lo más justo que puede hacerse en Oriente Medio, que Petro, Maduro y Lula son faros de libertad y democracia en Hispanoamérica y que, en fin, hay que reescribir la historia de aquella malhadada república que encarcelaba, censuraba y asesinaba a quienes se le oponían democráticamente.
Si Biden puede saludar a un amigo inexistente, ¿acaso Sánchez no puede ver al frente popular como la salvación del mundo? Si Biden se confunde con los nombres y saluda a alguien fallecido, ¿acaso Sánchez no es capaz de hablar de tan sólo una parte de los muertos en la Guerra Civil olvidándose de la otra mitad?
Cierto es que Biden tiene la excusa de su senilidad, de sus años, sus achaques y su estado mental. A Sánchez, en cambio, se le ve rebosante de salud. Pero no se engañen, la demencia es la misma. La de aquellos que, bajo la capa de la democracia, ocultan lo peor que tiene el ser humano, lo más ruin, lo más canalla. Hacer pasar lo malo por bueno, subvertir los valores de nuestra cultura occidental, emascular la capacidad crítica de la población mediante paguitas y subvenciones, e instalar una dictadura regida por el NOM. Y no hay más.
Totalmente de acuerdo. Parecía impensable que llegáramos a esta situación, con este SANCHEZCU
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