Da lo mismo que se trate de lidiar un toro o de dar las explicaciones debidas a sus señorías congresuales. Una “espantá” es una “espantá” en una plaza de toros donde hay que justificar la inclusión en un cartel, o en un hemiciclo, donde se supone que se debe responder de las decisiones o indecisiones inherentes al cargo, ante los representantes de los distintos partidos votados por el pueblo.
La espantá
Paco Mora
AplausoS / 05 Noviembre 2020
La “espantá” de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados la pasada semana ha acabado con la fama del Divino Calvo (Léase Rafael “El Gallo”) como referencia de lo que es salir de naja cuando alguien se ve incapaz de hacer frente a su responsabilidad. Da lo mismo que se trate de lidiar un toro o de dar las explicaciones debidas a sus señorías congresuales. Una “espantá” es una “espantá” en una plaza de toros donde hay que justificar la inclusión en un cartel, o en un hemiciclo, donde se supone que se debe responder de las decisiones o indecisiones inherentes al cargo, ante los representantes de los distintos partidos votados por el pueblo.
El hombre que no podría dormir tranquilo con Pablo Iglesias como vicepresidente, ahora duerme a pierna suelta dejando en sus manos la responsabilidad que le obliga a dar explicaciones convincentes sobre el trágico momento que vive el país. Explicaciones harto difíciles, que afrontarlas entra en su sueldo, y en buena lógica no se pueden delegar so pena de la correspondiente pérdida de prestigio, y del mayor o menor grado de confianza que todavía pueda merecer a quienes le votaron.
El ministro de Sanidad, el catalán Illa, no tuvo más remedio que hacer frente al toro de la pandemia del Covid-19 como Dios le dio a entender. Y es que los “vitorinos”, los “miuras” y hasta los del Conde de la Maza, tienen su lidia, pero hay que ser muy torero y atesorar mucha experiencia para mantenerse en pie frente a ellos. Y en cualquier caso a quien correspondía lidiarlos es a la máxima figura, que en este caso es Pedro Sánchez.
Pero se da la circunstancia de que el primer espada ni estaba ni se le esperaba. Lo que dio lugar a un espectáculo protagonizado por los sobresalientes, que no tuvieron más remedio que enfrentarse a una corrida ilidiable. Cierto que el “figura” se justificó esgrimiendo compromisos anteriormente adquiridos o de rigurosa importancia.
¿Pero qué puede ser más importante para un presidente de Gobierno que la cruda realidad de que los ciudadanos de su país estén cayendo como moscas contagiados por el cruel covid-19?
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