La distinción premia una trayectoria que le ha permitido escribir «una de las más brillantes páginas de la historia» de la lidia «con su toreo clásico», según afirmó en la entrega del premio el consejero de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, Javier Ortega. A sus 88 años, Vázquez recogía de sus manos la estatuilla de estampa taurina conmemorativa de ese galardón en una gala presentado por la periodista especializada en tauromaquia y columnista de ABC Ana Pedrero.
Antes de tocar el premio, el torero zamorano hizo un saludo al público como si se tratara del inicio de una faena y luego mostró su humildad al indicar que «no soy un hombre con cultura, soy un hombre de labranza», al tiempo que agradeció la presencia en el acto de Victorino Martín. También rememoró los tiempos en los que partió de Villalpando a Madrid para triunfar como torero. Previamente, a su entrada al recinto teatral dio muestra de que aún se mantiene en forma con la muleta y para ello improvisó para la prensa una media verónica marca de la casa con una chaqueta que le prestaron. Confesó, además, su deseo de enfrentarse a un toro con noventa años, con lo que volvería a hacer historia como cuando hace diez también lidió un astado.
Hazañas históricas
El premio emocionó al matador zamorano casi tanto como cuando hace 51 años fue el primer torero que en la plaza de las Ventas se enfrentó él solo a seis Victorinos o como cuando salió en diez ocasiones por la puerta grande de ese emblemático coso taurino. Javier Ortega repasó en su intervención la «intensa» biografía del premiado «basada en un toreo clásico, sobrio, elegante, y una espada certera, broche sin el cual a un matador se le pueden escapar muchos triunfos».
Subrayó del torero, apodado «El Nono», sus diez salidas a hombros en Madrid, sólo superadas por tres leyendas del toreo en los 90 años de historia de la plaza; el logro de ser el diestro que más toros ha lidiado en las Ventas en una sola temporada o «la hazaña inédita» de haber toreado a los 80 años, una gesta que «muy pocos pensaban que iba a salir bien» pero él estaba seguro de ello y convencido de que iba a cumplir ese deseo de cumpleaños, por lo que si no se le hubiera concedido estaba dispuesto incluso a salir a torear en una capea en Villalpando, según confesaron sus allegados.
«Generosidad sin reservas»
Durante su intervención, el consejero destacó la «generosidad sin reservas» de Andrés Vázquez para con los más desfavorecidos, que fue reconocida con la entrega de la Gran Cruz de la Beneficencia en 1975 y su afán por transmitir sus conocimientos a los jóvenes novilleros.
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