De ser el consejero ariete del Gobierno andaluz, con desparpajo, habilidad y hasta gracia en aquellas ruedas de prensa del estado de alarma más duro -que buena falta hacía que la derecha tuviera alguien sin complejos- a destilar un estilo de palillo en la comisura y escupitajo en la alfombra de serrín que ha terminado por desmitificar su figura. El problema de mi dilecto Elías quizás es que se cree que toda Andalucía es mi admirada y frecuentada Málaga. Ocurre como cuando el cateto de Sevilla viaja a Madrid y se da cuenta que en la capital del reino nadie le ríe las ocurrencias.
Después está el consejero de Salud, el respetado monseñor Aguirre, que no se atreve a decir que no a los toros. ¡Otro! Incluso hace una interpretación incorrecta de la norma, como realizó el otro día en los micrófonos de mi queridísimo Jesús Vigorra en Canal Sur Radio. Y eso que Vigorra y un servidor admiramos a don Jesús, ¡pero que no me diga cosas raras del artículo 14 que nos lo hemos leído bien! El caso es que el PP andaluz remolonea. Nadie, absolutamente nadie, quiere decir que no puede haber toros en Sevilla.
¿Saben ustedes por qué? No por miedo sanitario. No, no, no. Porque en Navidad metieron la pata bien metida, cuando a última hora volvieron sobre sus pasos y permitieron a los bares abrir para las cenas. La norma inicial anunciada por el presidente Moreno era impecable, pero las presiones del gremio hicieron al Gobierno andaluz dar marcha atrás en menos de una semana. Y al final metimos el pinrel.
El otro día hubo torneo de tenis en el club Manolo Santana, en Marbella (Málaga). Y no hubo ningún problema con el público, que lo hubo en cantidad; ni con las separaciones entre los espectadores, ni con las mascarillas, ni con la toma de temperaturas.
Debe ser que los aficionados a los toros son como los mamelucos del Norte que quemaron contenedores en su tierra cuando el partido se jugaba en Sevilla, a miles de kilómetros de donde las bestias vivaqueaban.
En el fondo no tienen lo que hay que tener, todos quieren quedar bien, ninguno quiere pringarse. No son los toros, es la falta de valentía. Con los bares, con los farmacéuticos, con la Fiesta… ¿Seguimos con la lista? La suerte que tienen es que el PSOE está a por uvas mientras ellos no ven la hora de tomar el olivo y quitarse del ruedo.
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