Y, como explico, ha tenido que ser en su segundo, un colaborador auténtico, un “amigo” personal del diestro donde tanto con el capote como con la muleta, el embrujo de Morante nos ha cautivado a todos. Lo de menos ha sido el rabo que, como anécdota es importantísima. Pero lo que ha brillado es su arte inmaculado que nos ha cautivado por completo. Lo que nos preguntamos es si ha toreado mejor con el capote o con la muleta puesto que, con el percal lo ha hecho todo, desde las verónicas bellísimas, hasta gaoneras, tafalleras, chicuelinas y todo el repertorio capotero de un diestro genial. Su tarde tardará mucho en olvidarse en Sevilla puesto que, como digo, su arte ha eclipsado el medio toro que tenía enfrente. Si Morante ha tenido suerte, el toro ni digamos porque si ese animal cae en las manos de El Fandi nos cortamos las venas.
Diego Urdiales ha pechado con un primer enemigo realmente asqueroso. Abanto, corretón, maligno, manso, aberrante; vamos, con peores ideas que Irene Montero dictando leyes. No ha tenido suerte este gran torero en esta feria puesto que, tras haber matado al primero que tenía todos los defectos que un animal pueda tener, en su segundo, tras la eclosión de Morante, la losa que pesaba sobre Urdiales era tremenda, pero el toro ha querido colaborarle por el pitón derecho para que dictara unos pasajes bellísimos, de los que soñamos los aficionados; por el izquierdo no quería nada aunque Diego lo haya intentado. La disposición del riojano ha sido importantísima, pero no le ha salido el toro para el triunfo. Ha sido ovacionado y se ha llevado el respeto que su toreo merece.
Juan Ortega ha brillado con el capote en su primer enemigo con una cadencia y un ritmo sensacional; no se puede torear más bello y lo digo porque tras lo que había logrado Morante, era difícil igualarle pero, Ortega lo ha conseguido. Sensacional ha estado con la capa este diestro sevillano que tiene empaque para dar y tomar. Pura sinfonía que ha compartido con Morante. Digamos que, la tarde capotera de ambos diestros quedará en el recuerdo para muchos años. El toro, su primero, tenía bondad a raudales pero ya con la muleta se ha muerto en vida puesto que, tras las dos primeras tandas, Ortega se ha quedado sin toro. Una pena porque aquello olía a cante grande. Se segundo no ha querido colaborar como el diestro hubiera querido y todo ha quedado en una declaración de intenciones. El sevillano ha sido ovacionado.
Convengamos que así son este tipo de corridas, mortecinas, insulsas, desesperantes como ha sucedido con varios ejemplares pero, por momentos, llega el milagro y aparece un santo vestido de toro y le toca a Morante. ¿Cabe gloria mayor? Será difícil, incluso para Morante volver a repetir una tarde como la de hoy en la que, por supuesto, nos ha elevado al cielo este diestro tan singular como artista y, como sabemos dueño del toreo porque en la tauromaquia actual está Morante y, después todo los toreros. Es algo así como en el mundo de los automóviles que, por un lado está el Mercedes y, lo demás todo son autos convencionales.
Muy acertada crónica como casi todas las suyas. Un solo pero : donde escribe Fandi debiera poner Urdiales o Juan Ortega, porque fueron los que sortearon los lotes. Y a buen entendedor….
ResponderEliminarA un aficionado nunca se le eclipsa el toro que tiene delante el torero.
ResponderEliminarEs paético.