"...lo realmente importante de un bicorne no es su tamaño, pero sí su casta que, en realidad, es lo que le diferencia de un animalito santón y enclenque de los muchos que se lidian por esas plazas de Dios sin apenas ni picarse. No hace falta ser muy listo para adivinar que, hasta en Sevilla les cuelan el medio toro porque, como dato referencial hemos encontrado en estos días que, la corrida de Núñez del Cuvillo en la que triunfó Roca Rey estaba preparada para lidiarse en Olivenza..."
Toro grande, ande o no ande
Pla Ventura
Toros de Lidia/27 abril, 2023
Es una falacia la que se nos acusa a los aficionados cuando nos endilgan el “sambenito” de que queremos el toro grande. Cuando hacen semejante afirmación están confundiendo la gimnasia con la magnesia. Aclarémonos. Es cierto que, la fiesta de los toros está pasando por su peor momento porque, en realidad acude más gente de paso a los recintos taurinos que aficionados auténticos que, a su vez, nos han echado de las plazas de toros. Siendo así, los puristas, tenemos la batalla perdida pero no por ello vamos a entregar las armas.
Ellos, los llamados feriantes, acuden a los toros con el ánimo de pasarlo bien, echar la tarde que se suele decir mientras que, nosotros, los que amamos de verdad esta espectáculo lo que pretendemos en emocionarnos partiendo de la base de que, un hombre se está jugando la vida. El volumen del toro nos tiene sin cuidado porque, los que somos veteranos en estas lides, hemos conocido al toro con pocos kilos, pero que repartían cornadas por doquier. No es cuestión morfológica, nada de eso. El asunto es mucho más complicado porque, en ocasiones, tras un toro mastodóntico se esconde un gran burro que no sirve para nada.
Llegamos a donde solíamos porque lo realmente importante de un bicorne no es su tamaño, pero sí su casta que, en realidad, es lo que le diferencia de un animalito santón y enclenque de los muchos que se lidian por esas plazas de Dios sin apenas ni picarse. No hace falta ser muy listo para adivinar que, hasta en Sevilla les cuelan el medio toro porque, como dato referencial hemos encontrado en estos días que, la corrida de Núñez del Cuvillo en la que triunfó Roca Rey estaba preparada para lidiarse en Olivenza. El dato, como tal, es revelador. Claro que, todo eso sucede porque los empresarios, sabedores de la ignorancia de las gentes se aprovechan de la coyuntura para engañarles pero, para equilibrar la balanza todavía quedamos aficionados que amamos al toro, lo respetamos y lo admiramos, siempre que tenga la casta suficiente como para que desde el tendido palpemos el peligro que puede correr el diestro. Lo demás es un cuento chino, un espectáculo descafeinado que, al paso del tiempo ha echado a las gentes de las plazas.
Si nos vale de ejemplo –y nos valdrá durante muchísimo tiempo- ahí está la corrida de Victorino Martín en Sevilla, la que nos emocionó a todos, la que convenció hasta los más recalcitrantes, la que logró que vibrásemos todos al unísono. Por cierto, ¿se fijó alguien en los kilos de dichos cornúpetas? Nadie hizo el menor juicio de valor sobre si eran más grandes o más chicos; eran toros auténticos y lo demás sobraba todo. Pedimos poco, es cierto, pero si en cada feria saliera una corrida como la citada de Sevilla, los aficionados retornarían al lugar del “crimen”. Pero sospecho que estamos pidiendo mucho porque, en la capital hispalense, una plaza catalogada de primera ocurren hechos que, en Barbastro costaría mucho que se entendieran; y no hablo de Valencia que, entonces sí que me borro para siempre como aficionado puesto que, el bellísimo coso de la calle de Játiva, si de valoraciones hablamos, es más simple que un botijo.
Desdichadamente, esta es la fiesta que tenemos, carente de la más mínima emoción en la que priva el burro adormilado sin picar antes que una auténtica corrida de toros. Y menos mal que, dentro de todos los males nos queda Madrid como única referencia en el mundo si de dignidad torista hablamos. Entre otros muchos, aquel toro de Araúz de Robles en el que bordó el toreo Ángel Téllez, sigue vivo en nuestra memoria.
Hasta este momento hemos visto varias corridas de figuras en Sevilla y, justamente, los espectáculos en los que el toro ha brillado por su ausencia. Si la puerta grande de Roca Rey fue un despropósito, no digamos las dos orejas que le dieron a El Juli el día de Resurrección. Menos mal que, el pasado lunes, Emilio de Justo puso las cosas en su sitio y nos obsequió con una bellísima faena ante un toro encastadísimo. Y no olvidaremos jamás la tarde de ayer en la que, Morante, por encima del bien y del alma, nos hizo olvidar hasta el toro que tenía delante. Claro que, apoteosis como la de Morante ocurren una vez cada muchos años porque, entre otras cosas, como dije, Morante solo tenemos uno. Para nuestra infelicidad esa es la fiesta que tenemos y, mientras todo eso ocurre, Luís Uranga anda el hombre atareado para ver si le compran sus toros en Francia. O Salvador Gavira García que, con unos toros admirables tiene que mendigar para que se los compren en los pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario