Llegado el mes de abril, y como un resorte, nos acordamos siempre de Francisca Méndez Garrido, “La Paquera de Jerez” para mayor honra y gloria del cante.
Porque fue en aquel mes de abril de 2004 cuando nos decía adiós para siempre nuestra cantaora. Quien con su voz asolaba, cual temporal de levante, las antiguas playas de San Telmo. En lontananza desde La Plazuela si uno se muestra atento “el aire se viste de cal / y dicen los marineros / que el aire viene del mar / y dicen que un Cristo sabe un cante / que nadie sabe cantar”, como pregonara de manera tan inefable Manuel Ríos Ruiz en las vísperas de la Semana Santa de Jerez de 1985.
Aquel abril fue también cuando Paquera se reincorporó en su cama al ver en la tele a su Cristo de la Expiración el Viernes Santo. Y le cantó una saeta que cuentan que hasta el Cristo jerezano llegó a volver el gesto hacia aquella clínica Asisa donde se había escuchado el último gemido de la cantaora. Una saeta que seguro sería muy parecida a aquella recogida por Rito y Geografía del Cante en la Ermita de San Telmo:
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