Parece que estamos en el fin de semana de las despedidas. No solo es la anunciada y asumida de El Juli, sino que también hemos de asumir que Morante nos retira también su presencia en los ruedos para lo que queda de temporada, que en su caso era de muchos compromisos todavía.
El torero de La Puebla ha tenido que soportar distintas molestias físicas a lo largo de la temporada, cortando varias veces sus actuaciones por largos periodos, pero esta última con la rotura del ligamento escafosemilunar de la mano derecha se ha enquistado de tal manera que no habido tratamiento que lo haya podido solucionar.
Era esta una temporada especial, tras del éxito de la pasada temporada cuando alcanzó los 100 festejos, ya que el rabo cortado en la feria de abril sevillana ponía la guinda a ese encaramarse a la cima del toreo actual, con proyección mucho más allá en el conjunto de la historia. Era, debía de ser, su temporada. La certificación de que su tauromaquia exhibida en esa tarde sevillana ponía distancia con todos los demás.
El tiempo, y la mala fortuna, se ha encargado de frustrar sus expectativas y las del conjunto de la afición que aplaudían sus gestos y sus gestas como un torero diferente en la interpretación y también en la asunción de compromisos frente a ganaderías de encastes diferentes. Es decir, dando la cara, como dicen que hacen las figuras, pero en su caso de una forma plena, sin esconderse o apareciendo con ganado diferente para que no se pueda cuestionar su primacía.
Todo se ha venido abajo ayer mismo en Sevilla, donde también padeció la mala suerte en el sorteo de los toros, y el mismo Sevilla, Valencia, Madrid y Zaragoza por dos tardes se van a quedar esperando que aparezca Morante en el portón de cuadrillas. Todas plazas de primera donde será difícil encontrar sustitutos de su nivel. En Úbeda hoy si lo han encontrado, al volver a contar con quien ya le sustituyó el pasado domingo alcanzando un gran triunfo, Curro Díaz.
Quien más difícil lo va a tener es la plaza aragonesa, donde era la base de la feria con las dos tardes, y con casi todos los toreros habiendo cerrado sus temporadas. Las empresas podrán solucionar, y de cualquier modo lo harán, el problema que se les ha venido encima con la ausencia de Morante, pero los aficionados quedan huérfanos de esa inusitada expectación que siempre despierta, ahora más que nunca, una actuación del diestro sevillano.
Solo nos queda desearle la más pronta y eficiente recuperación para poder verle en plenitud el próximo año.
Fotos: Arjona/Pagés
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