Es horrible pensar que, un torero tan bueno como López Chaves se haya desperdiciado de mala manera ante los aficionados que siempre le hemos admirado. Y, las pruebas son concluyentes, en todas las ocasiones, las menos, que ha actuado junto a las figuras ha estado a la misma altura que cualquiera, ya lo demostró el año pasado en la misma Salamanca, junto a Morante y con los toros de Paco Galache. Su faena, como la vimos todo el mundo la recordamos como una auténtica obra de arte.
O sea que, camuflados en ese mundo del toro cornalón, incierto, en muchas ocasiones con ideas asesinas, hemos encontrado toreros de una pieza, artistas muy válidos en los que, en el momento que se les ha dejado ha triunfado por lo grande. Eso sí, para triunfar con las ganaderías comerciales no está al alcance de cualquiera porque, entre otras razones, al festín invitan a muy pocos pero, cuando se les invita demuestran tener tanta valía como el primero que presuma de figura del toreo. Otra cosa muy distinta es el caso de Sánchez Vara que, el hombre, lleno de humildad confesó que no es Morante, y tiene toda la razón del mundo. ¿Por qué pongo este ejemplo? Porque ese chico si está condenado a matar ese tipo de toros porque, artísticamente tiene muy poco que ofrecer, pero no es menos cierto que nadie le quitaremos el mérito que tiene.
El meollo de la cuestión es cuando aparcan a toreros de altísimo nivel para que nos les descubran el pastel y, para desdicha de tantos farsantes, López Chaves, en su despedida así lo ha hecho. O sea que, como decía, le tenían relegado para matar las corridas del “tío picardías” y, de repente, todo el mundo tiene que escupir diciendo que es un gran torero. Y lo dicen ahora, cuánto cobarde hay suelto por el mundo. Lo de este grandioso torero se podría equiparar con Diego Urdiales que, en los últimos años le permitieron entrar en el banquete de las figuras y, como se demostró, les arrinconó a todos cada vez que un toro le embestía como les embiste a tantos, los que basan su tarea con el llamado arrimón pero, amigos, cuando sale un toro que quiere colaborar, es ahí cuando tiene que aflorar el arte, lo demás son todo sucedáneos.
Si a lo largo de sus cinco lustros como matador de toros, a López Chaves le hubieran dado cada año cinco corridas de lujo, ahora estaríamos hablando de otra manera. Así, en su última tarde –y menos mal que ha sucedido- se ha marchado por la puerta grande del arte que, en definitiva es lo que siempre ha merecido pero, insisto, López Chaves podía ser un peligro –lo era- para esos que presumen de figuras y, una tarde sí y otra también, han conseguido el triunfo a base de mantazos y estocadas efectivas, eso es cierto.
Dentro de todos los males, López Chaves se ha ido lleno de gloria con un éxito de clamor, con faenas bellísimas demostrando a todo el mundo que, el arte vivía dentro de su ser, otra cosa muy distinta es que nunca le permitieron expresarlo. Bello todo lo que ocurrió en Salamanca puesto que, de haberle relegado a la última división del toreo en su última tarde hubiera sido un crimen en toda regla. Reinó la cordura en Salamanca para que este hombre admirable se haya marchado, como digo, por la puerta grande del arte, que nada tiene que ver con la salidas a hombros de tantos pegapases que nunca dicen nada en el toreo.
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