Por tanto, mi eterna gratitud al compañero -yo le doy tratamiento de maestro- y gran amigo. Porque fue Pablo excelente persona, querido por todos los que tuvimos la suerte de contactar con él en diversas oportunidades y circunstancias. Fueron muchos y muy cordiales los momentos que él mismo propició, fundamentalmente taurinos, y de paso de acercamiento a su Segovia del alma, capital y provincia, donde lo espectacular y bonito es seña de identidad.
El toreo entero, representado en todos sus estamentos, ha tenido, o para ser exactos, hemos tenido oportunidad de visitar y disfrutar Segovia con la excusa de los actos coordinados por Pablo Pastor.
Conferencias, debates y mesas redondas; y también tertulias con meollo gastronómico. Todo en torno al toro, y de mucha categoría. Y como fondo y sustento de esa actividad, su queridísima Peña "El Espontáneo", por la que tanto ha hecho como coordinador de sus ciclos culturales. A Nicolás Pascual Benito -el hombre de los tres nombres como solía llamarle su entrañable Pablo-, su presidente, ahora lo imagino desolado al notar que él ya no está para hacernos el compromiso a los invitados de sus eventos de cultura y toros. Convocatorias de las que hemos regresado siempre sumamente complacidos también por el aliciente añadido de recibir en ellas una obra del excepcional y cotizado pintor Lope Tablada. Significativos recuerdos de mucha generosidad en versión arte.
Y a propósito de Lope habría que significar las vidas paralelas que han llevado él y su íntimo amigo Pablo, en viajes y actuaciones generalmente de carácter taurino. No ha habido festejo de toros en Segovia y su provincia al que no asistieran juntos, la mayoría de las veces para complementar la crónica de uno con las ilustraciones del otro.
Qué delicia de relatos y dibujos taurinos, naturalmente en el periódico provincial, "El Adelantado de Segovia", donde Pablo cumplió el grueso de su vida profesional, una muy honesta y brillante carrera periodística que asimismo proyectó en la Cadena SER y la corresponsalía de la Agencia EFE.
Por eso se nos hace difícil pensar que se acabaron para siempre tantos viajes y aventuras en pos de la información taurina, algunas peripecias por esas plazas, contadas ahora como sabrosas anécdotas, que darían para un libro. Una de las ocasionales humoradas que se gastaron, y lo cuento con permiso de algunos de los protagonistas, cuando un grupo de los fijos en "la tertulia de los lunes" -encuentro habitual en el ventorro del recordado Vitorio, personaje novelesco de aires galdosianos- improvisaron la representación de la corrida con una divertida mojiganga, no obstante, algo serio por el papel que escenificaba el bueno de Pablo como "presidente" del festejo. Entre "los toreros" que intervenían, cómo no, también Lope Tablada, cuya estupenda faena fue de lápiz y colores para inmortalizar la divertida escena.
En fín, cuántas cosas tan agradables. Los visitantes, tratados como ilustres, tendríamos mucho que contar por lo que disfrutábamos con Pablo, rodeado siempre de amigos leales y legales, magnífico anfitrión y cicerone, que encarnó como nadie la figura de quien explica todo con un gusto muy especial. Fue así como divulgó también la grandeza de su tierra, enseñándonos, más allá del conocidísimo y majestuoso Acueducto, rincones asimismo tan representativos y únicos como El Alcázar, la Casa de los Picos, la Plaza Mayor, la Catedral y otras Iglesias, lugares todos en la capital. Mientras que en la provincia también nos ilustró sobre el Real Sitio de San Ildefonso o La Granja, con su Palacio Real de maravillosos jardines y fuentes, y su Real Fabrica de Cristales, industria de vidrio de importancia histórico-monumental; y en El Espinar, diversos monumentos cuyos encantos destacan al amparo de la belleza de la propia naturaleza.
Allí entre tanta maravilla, y, cómo no, en nuestros corazones, está Pablo Pastor ya para siempre.
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