Me decía aquel hombre:
“Es usted un hombre muy de izquierdas puesto que, su defensa por las causas justas del toreo es una constante y, eso es lo que yo entiendo cómo ser un hombre de izquierdas, buscar la igualdad, promover actos de justicia y luchar por los más débiles como usted demuestra a diario”
Quedé anonadado por lo que leí porque, siempre, se me achaca de todo lo contrario que, por supuesto, no reniego de ello. Si mis acciones son el paradigma de lo que debería ser la izquierda, me siento dichoso aunque, claro, si entramos en política y hablamos del socialismo o comunismo ahí me vengo abajo porque, esas gentuzas no promulgan la doctrina que dicen practicar puesto que, anidan en política y presumen de izquierda para llevarse todo lo que puedan que, como sabemos es una constante.
Si ser de izquierdas es buscar la verdad, luchar por los más débiles, apoyar a los que con méritos más que suficientes siguen siendo ninguneados, ayudar en la medida de lo posible a los amigos, buscar que resplandezca la valía de todo aquel que la tiene y trabajar sin descanso en aras de los demás, sí señor, me considero de izquierdas, digamos que el número uno, siempre en cuanto a mi papel como narrador de historias taurinas que, cierto y verdad, siempre digo lo que los demás callan. Como siempre dije, mi cruz no es otra que buscar un halo de justicia para todos aquellos que la merecen.
Desde hace muchos años que le doy voz a los que no les permiten hablar, defiendo a todos aquellos toreros que, por su arte y condiciones más que válidas para el toreo, son ninguneados por caprichos empresariales, abogo por la integridad del toro porque, si el animal no es fiero, lo demás son pantomimas montadas por el poder y, por si esto fuera poco, apuesto por las causas más difíciles en el toreo que, dicho sea de paso, alguna vez me ha salido bien, ahí está Emilio de Justo y Diego Urdiales para ratificar mis palabras.
Yo fui, en primera instancia, el que creí en Juan Ortega aquella tarde veraniega que le pude ver en Madrid –ahí está escrito todo lo que dije cuando todos callaron- en la que cortó una oreja y, nunca más se supo de él hasta que llegó aquel festejo de Linares que, para su suerte, fue televisado. Ahora, como ocurre siempre, Juan Ortega tiene partidarios por doquier puesto que ya se han convencido de su valía, lo que todos sabemos en estos momentos; claro que, lo difícil es apostar por un torero cuando no es nadie y, como digo, aquella tarde en la que me posicioné a favor del diestro de Sevilla era muy conocido en su casa a la hora de comer. Claro que, una cosa son los presagios que cualquier aficionado pueda tener y otra muy distinta lo que hacen los empresarios que, muchos, como aficionados, deberían de renunciar a ello puesto que, más que aficionados, parecen detractores de la fiesta de la que viven.
Pero sí, al final, si todo lo que practico se considera como una “doctrina” de izquierdas, alabado sea Dios. Yo quisiera, como ciudadano del mundo pertenecer a la izquierda a la que voté cuando se instauró la democracia en España pero, los malvados que entraron a formar parte de aquel partido glorioso como era el PSOE, destruyeron mis ilusiones y, a su vez, no contentos con ello llevaron a España a una hecatombe colectiva. Ahora mismo, hombres legendarios que formaron parte de aquella izquierda modélica, todos se han posicionado contra el dictador que no es otro que Pedro Sánchez puesto que, como dicen los viejos socialistas de aquellas siglas fantásticas no queda nada puesto que, el partido ha quedado en manos de Pedro Sánchez que, desoyendo los consejos de aquellos hombres que tanto aportaron a España, el susodicho, se lo pasa todo por la entrepierna y, al que no le guste que escupa.
Barrunto que, en los toros y en cualquier actividad social, soy un soñador estúpido que no es capaz de pisar el suelo y ver la realidad que nos invade. Lo cierto y verdad es que, todos los que siguen las corrientes mortecinas del poder, a todos les va muy bien, por eso yo sigo siendo de izquierdas mientras voto a la derecha de España que, sin duda, es la única que nos puede sacar del atolladero en que nos hemos metido.
-La imagen que mostramos no es otra cosa que un bellísimo apunte a lápiz del inolvidable maestro Pepe Puente que, una tarde en Madrid, la torería del maestro Gregorio Tébar El Inclusero le inspiró dicho dibujo que, tanto un maestro como el otro, hicieron una instantánea inolvidable.
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