Tuve la suerte de conocerle a través del mundo del toro, pues era un taurino de gran categoría, “de puerta grande” como reza en el pie de una fotografía que ha publicado Ladis, gran fotógrafo taurino cordobés; podemos decir aficionado practico, que hizo muchas cosas en pro del toreo, especialmente cordobés, pero dada su humildad no brillaron, no se les ha dado todavía la importancia que tienen. Entre otras cosas escribió la biografía de don Antonio Cañero, el primer y único, hasta el momento, Califa del rejoneo, la de Calerito, la de Garbancito, y estaba escribiendo la del maestro Jose María Montilla… y muchísimas cosas más relacionadas con el mundo del toro. Creo que su obra más importante dentro del toreo han sido las muchas poesías que ha escrito, en mi opinión muy buenas todas ellas. La poesía de don Domingo tiene el duende, el embrujo, la majestuosidad de Córdoba, el sentimiento cordobés, todo ello oliendo al mayo de los patios cordobeses en flor. Para mí, al menos, es bellísima, pues me trasmite algo difícil de expresar, que me llega hasta las raíces del alma.
Córdoba tiene muchos y grandiosos artistas en todas sus ramas, y por supuesto en la poesía, pero Domingo, con su empaque, su ritmo, su compas, es único. Les dejo, como muestra, un poema corto dedicado a Córdoba, titulado Capricho del Cielo, que para mí, al menos, es belleza, sentimiento, compas, arte en definitiva.
CAPRICHO DEL CIELO
Creo necesario que ahora alguna entidad cultural cordobesa reúna toda su obra literaria, para que se le conozca y se le de la enorme importancia que tiene. Además de en este campo, hemos de decir que también destacó como guitarrista de flamenco y de clásico.
Como decía era un hombre polifacético en su actividad, que hizo muchas cosas y todas bien, pero como persona y amigo era único, por ello su ida me ha dolido en lo más profundo del alma. El gran Lwdvig van Beethoven dijo , “el único signo de superioridad que conozco es la bondad”. Yo digo, hay tres virtudes que quien las posee es sin duda un ser superior al resto de los mortales, cuales son: grandeza de espíritu, es decir, bondad, lealtad de corazón y humildad del alma, y a Domingo le rebosaban las tres por todos los poros de su cuerpo. Era de las personas más buenas, más humildes, más leales, más prudentes que he conocido. Como dice don José María Portillo, ya estará sentado a derecha del padre, pues ayer se abrió para él la puerta grande más importante de todas, la del cielo, pero no para que saliera, como se abren las puertas grandes para los toreros, se abrió para que entrara y allí se quedara para siempre gozando de la vida eterna, que seguro le concederá Dios nuestro Señor. Descanse en paz.
--Relacionado: Influencia del Toreo en la POESÍA II / Por Rafael CAMINO DELGADO
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